Liam es un omega que una noche conoce al enigmático jefe de la ciudad, un alfa que al conocerlo, caerá rendido a sus pies. Sin embargo, Liam no quiere caer ante sus encantos ya que sabe que el alfa solo quiere pasar el rato, sin buscar nada serio. Él huye, pero sabrá que con aquel alfa no es tan fácil escapar
La vida de Liam no había sido muy buena, a su corta edad había tenido que lidiar con muchos problemas, el dinero siempre fue parte de esos problemas, y ahora y desde hace algunos meses la enfermedad de su madre lo estaba llevando al borde de la locura. Mer, la madre de Liam era una omega con olor a naranja que poco a poco fue desvaneciendo su luz por la culpa de la demencia senil. Necesitaba muchos cuidados, cuidados muy costoso, el joven omega no sabia que hacer en ese momento. Se sentía en un callejón sin salida.
Soltó un suspiro cansado y retomó la marcha. Llevando en su mano la charola con un par de desayunos completos. El trabajo en el café de Lort estaba bien, el ambiente era bueno, hubiera preferido que así de buena fuera la paga, aunque no podía exigir más. Entregó con amabilidad el pedido y regreso a la cocina en busca de otro mas en la cocina, así pasó toda la mañana, rodeado de gente, llevando comida de aquí para allá.
Al final de su turno no sintió los pies, era un trabajo demandante pero no pudo descansar ni se detuvo a quejarse, miro el reloj en su muñeca, tenia media hora para llegar a su segundo empleo. Antes de hacerlo se detuvo en un supermercado, donde entró a los sanitarios y se cambió de ropa, la razón era obvia, no quería que nadie supiera donde estaba trabajando. No hacía nada malo pero el simple nombre del lugar ya causaba sospechas.
El club Merch era conocido por muchas cosas, era un mal lugar, donde sólo había personas peligrosas, buscando pagar por sexo, mujeres y hombres dispuestos a venderse por eso. Si se escuchaba mal, pero Liam no era parte de eso, solo se dedicaba a servir las copas en la barra, la paga era mucho mejor que en el café, así que no pudo negarse, si no hacia nada malo.
Ocho y media de la noche, ya estaba en el centro nocturno Merch. El ambiente se encontraba tranquilo por el horario, aunque eso no significaba que no hubiera gente. El show principal empezaba a media noche, Claudy era la estrella en ese lugar y como no, si era una omega realmente hermosa con olor a durazno que volvía loco a cualquier alfa.
Liam se puso en marcha, sacó de su mochila los dos sobres de las pagas del día, haciendo unas cuentas rápidamente antes de que le empezarán a pedir bebidas. Solto un mohin al notar algo, aún con el dinero de esta noche no podría completar para el alquiler del mes, y menos para el medicamento que le han recetado a su mamá para su enfermedad. Por más que se esforzará, el dinero no le alcanzaba para nada, los tratamientos para la demencia eran cada vez más caros y los medicamentos más los cuidados ni se diga, eso sin contar el alquiler del mes, los préstamos que debía, los servicios de la casa y comidas. De seguir así tendría que buscar otro trabajo, no sabía como haría eso, si apenas tenía tiempo de dormir. Resopló cansado.
-Hola Liam, sírveme un Mai Tai, por favor. -Mark, el dueño del club llegó con una actitud entusiasta, el alfa con olor a tabaco era demasiado alegre la mayoría de las veces, siempre mantenía una actitud ligera. El castaño se sienta en unos de los bancos y empieza a golpear su enorme anillo de oro sobre el barra, mientras mira hacia la entrada.
Sus labios forman un pequeño corazón, al parecer esta esperando a alguien, pues no deja de mirar al mismo lugar, no deja de ver su reloj. Además de vestir con un traje de fina seda que le acentúa muy bien el cuerpo corpulento.
-Hola Mark. ¿Que pasa? Te ves distraído. -Liam guardo los sobres de nuevo en su mochila y la dejó de bajo de la barra. El omega empiezo a llenar una copa con hielos para verter el Ron oscuro, licor de cassis y jugo de piña.
-Ya sabes lindo, negocios. -Liam arqueo una ceja, curioso y le entregó su bebida. Este la tomó con una sonrisa bebiendo de ella de forma rápida haciendo un gesto de satisfacción. Era de esperarse, jamás usaba su traje fino si no era para algo importante.
Poco después un alfa con fino traje, incluso más fino que el de Mark, apareció, traía puesta joyería escandalosa por todos lados y su sobre peso era notable. El alfa castaño lo saludo con entusiasmos y este se sentó junto a el, por sus rasgos marcados y la notoria calvicie, Liam pudo saber seguro que el alfa con olor a limón tenía unos cincuenta años o más.
Observó como el sujeto saludo a Mark de un apretón de manos y una sonrisa ancha, como si fueran más que solo conocidos, mientras Liam limpiaba los vasos y copas junto a la barra. No es que fuera chismoso, pero no tenía nada más que hacer por el momento... Además de que la curiosidad era su mayor debilidad. Los ojos de Mark brillaron cuando lo vio, no creía que el fuera gay, río por lo bajo ante su tonta idea, pero algo le decía que el dinero era lo que lo motivaba a verlo de esa manera.
-Buenas noches Señor Smith. -Le sonrió socarrón, haciendo que el alfa calvo negara con la cabeza.
-Llámame Arthur, por favor. Me haces sentir viejo. -A Liam se le solto una risista por lo bajo, pues viejo ya era-. ¡Ey chico!... Puedes darme un coñac triple seco.
Casi se caí para atrás al pensar que había escuchado como se burló de él. Gracias a Dios no fue así. Rápidamente el omega sacó el vaso con hielos y el coñac.
-Bueno, puedes ver mi repertorio. -Mark alzo la mano llamando a varias chicas y chicos omegas que esperaban del otro lado de la barra, Liam conocía a todas ellas.
-Aquí tiene. -El rubio extiendo el vaso por la barra, Artur lo miro por primera vez curioso y hasta un poco coqueto cuando tomo la copa, rozando sus dedos, haciéndolo sentir extraño, aunque ya estuviera acostumbrado a tipos como él. En aquel lugar todo era lujuria, y claro que algunos alfas se sentía atraídos por el olor dulsoso de el omega.
Arthur puso más atención y observó detenidamente a cada omega que Mark le estaba ofreciendo. Liam se quedo parada en su lugar, donde pudo apreciar como las chicas y chicos eran vendidos como objetos sexuales.
Conocía muy bien el negocio que maneja Mark, no por nada había trabajado ahí por más de medio año, aun no podía acostumbrarse, le daba cierta sensación de pesades. Y pensar que su madre la había advertirdo de personas como esas, personas que les gustaba el dinero fácil, río internamente por que a pesar de saber todo eso, el misma había ido a meterse a la boca del lobo.
Mark era conocido en el bajo mundo como el proxeneta más cotizado de la zona y podía asegurar, que de la ciudad entera. Tenía a su disposición a cientos de omegas hermosos que se vendían por dinero. Sus clientes más frecuentes eran los políticos, empresarios y mafiosos, todos buscando solo una cosa, alguien que satisfaga hasta su más asqueroso deseo sexual. Joder de solo pensarlo, a Liam se le erizó la piel... ¿Como podian ser capases de vender su cuerpo sin una pizca de vergüenza o remordimiento? ¿Como podian acostarse con personas así, como el señor Smith? Señores que les doblan la edad y los kilos.
-¡Esta niña está muy hermosa! -dijo Smith tocando con sus regordetas y arrugadas manos la mano de una de las chica que parecía de la edad del omega.
-Es Samanta, una niña encantadora y muy complaciente. -La omega con olor a sándalo, sonrio coqueta, mientras meneaba su cabello rojo de un lado hacia el otro, Liam no podía pensar que estuviera entusiasmada por acostarse con ese alfa. De solo pensarlo la piel se le erizó.
-La quiero... Pero también me interesa ella. -Ahora miro hacia su lado izquierdo, conocía a Ren, el en verdad era un chico muy amable y lindo e igual de hermoso que la anterior, su cuerpo era más curbilineo y es de tez morena.
-Ella es Ren, un omega muy cautivador y poco usad. Es de los nuevos que acaban de llegar del caribe.
A Liam le empezó a dar un poco de arco la conversación. Un escalofrío recorrió su cuerpo, esto no podía ser.
Pobres chicos... Aunque era su decisión, nadie es obligada a venderse, al menos no con Mark. Muchos lo buscan por sus servicios, pero muchas más llegan a el para pedirle trabajo.
-Los quiero a los dos mañana en mi casa, a las nueve de la noche. -Termino por decir tomando el último trago del coñac triple seco-. Espero la información de tu número de cuenta lo antes posible para que te deposite el adelanto, el resto lo tendrás cuando termine con ellos.
-Claro, se los proporcionare a tu secretaria por mensaje. -Mark sonrió y asintió satisfecho cuando Smith se fue. Mando a los omegas a trabajar y se acomodo de nuevo sobre su asiento y sulto un suspiro de satisfacción, volvió a tomar de su copa. Levantó su vista notando como el omega rubio lo observaba.
-¿Algún problema? -Mark lo miró con recelo y Liam negó, se encogió de hombros restándole importancia, no era su asunto después de todo-. ¡Ay Liam, Liam!... Eres un tonto. -Frunció el ceño. El omega se preguntó por que decía eso.
-¡¿Perdona?!
-¿A caso no te has visto al espejo? ¡Niño por Dios! Incluso el señor Smith se dio cuenta. -Parecía exasperado por su falta de razonamiento. Liam no parecía entender.
-No te entiendo, explícate -Le exigió confundido.
-Tienes un hermoso rostro y un cuerpo de encanto, serias un excelente sexo servidor. Te aseguro que si tu hubieras estado entre los chicos para escoger... -Señala su costado, donde antes estaba paradas las omegas-. Arthur te hubiera escogido al instante.
Liam abrió los ojos estupefactos, mientras se le formaba una sensación de asco en su estómago. ¿A caso estaba loco?
-¡¿Que?! ¡No! ¡Yo jamás...!
-Si, si...Jamás vas a venderte, es algo horrendo, indecente, bla, bla, bla. Ya me lo han dicho... Pero dime. ¿Ya cubriste los gastos del tratamiento para tu madre?. -Mierda. Si no podía ni siquiera pagar un mes de renta, ya pagaría lo de la enfermedad de su mamá, se le hacía imposible-. ¿Lo vez? Con una noche que trabajaras para mí, tendrías para el tratamiento de un mes de tu madre más sus medicamentos. -el omega estaba más que sorprendida.
Pero a caso... ¿Pagaba tanto?, pensó Liam. Era mucho dinero, ni haciendo tiempos extra en cada uno de sus trabajos juntaría para lo de una semana de tratamiento.
-Yo... -Pensaba negarse, si, estaba desesperado, pero tampoco caería tan bajo, solo de imaginarse con un tipo como esos, no, que asco.
-No digas nada. -Le dedico una sonrisa ladina, sacó su cartera y saco un billete de Cincuenta dólares-. Ya sabes donde encontrarme si cambias de opinión, Liam. -Los puso sobre la barra y lo miro penetrante antes de irse. Liam resopló cansado. Mark estaba loco si creía que lo buscaría.
Miro su reloj unas horas después. Ya casi era media noche, las propinas había estado bien esa noche. Poco a poco se pudo ver más gente en el lugar.
-¡Liam! -Erick lo saludo con alegría, mientras preparaba un cosmopolitan. El chico era un beta que trabajaba el resto del turno en March-. ¿Como ha estado el ambiente? -Le preguntó mientras se ponia el mandil sobre su regazo y se lo amarra a la cadera.
-Mmm, lo de siempre -dijo tratando de aparentar desdén y le entregó el cosmopolita a la chica a su lado. Lo único diferente de la noche fue la muy indeseable propuesta de Liam.
-¿Seguro? -Frunció la mirada y Liam desvió la suya.
-Si, solo Liam me propuso que... -Soltó para contarle lo sucedido, pero fue callado en seguida por Erick.
-Ni me lo digas, no vayas a aceptar por vida tuya. -Liam lo miró expectante. Ambos trabajaban ahí por mera necesidad, todo lo que veían se lo callaban, pero eso era muy diferente a ya involucrarse de otra forma y mucho peor de la forma que Liam quería.
Liam optó por quedarse callado al respecto, era mejor no hablar del tema, solo era una tontería de todas formas y no iba aceptar.
Era mejor terminar con el turno. Se quitó el mandil y empezó a tomar sus cosas, era hora de irse a casa a descansar, o al menos unas horas antes de volver al trabajo.
-Me voy, te veré mañana. -Se despidió de el con un beso en la mejilla. Caminó hacia la salida y alzó su mano antes de salir.
Tomó un taxi, ya que a esa hora los autobuses ya no pasan, tampoco era que viviera muy lejos, pero estaba demasiado cansado para caminar. Gastaría un poco de dinero en el pago del transporte, pero aun así no había podido completar para la renta y le rogo a la Diosa luna para que no se topará con la señora Colis. Cuando llegó al edificio de cuatro pisos, se adentró sigilosamente por las escaleras, estaba a punto de llegar a la puerta del departamento cuando escuchó la voz de su arrendadora.
Mierda, se quedo estático.
-¿Liam, ya tienes mi encargo? -Se escuchó molesta.
-Aún no señora Colis... Pero prometo tenerlo mañana. -Está dándole la espalda, no queria voltear y encontrarse con su rostro furioso. Daba mucho miedo cuando se encuentra en ese estado.
-¡Mañana, Mañana! Eso me dijiste hace una semana... Si no tengo el pago mañana a primera hora te echaré a ti y a tu madre a la calle, no me importa que esté enferma, esto es un negocio no una casa de beneficencia. -Se sobre salto cuando azotó la puerta de su apartamento al entrar.
Liam cerró sus ojos por un segundo, ¿Ahora que iba hacer? Si no tenía para mañana lo de la renta las echará a la calle, y estába seguro de que lo haría... Por un momento Mark llega a su mente recordando su propuesta.
¿En que diablos estába pensando ?... ¿A caso quería venderte? Negó enseguida con la cabeza.
Retomó su camino hasta entrar al pequeño cuarto de cuatro paredes que la rodeaba, todo se encontraba en penumbras a excepción de la poca luz que se filtraba por la puerta entre abierta del cuarto de su mamá.
Ella se había quedado dormida esperándo por el, le habia dicho muchas veces que no se preocupara, pero para su madre, Liam siempre seria su bebé. Al menos eso decía cuando estaba cuerda y no padecía de sus cuadros de demencia, era bastante difícil lidiar con eso, y más cuando tenía que dejarla sola la mayoría del tiempo. Para Mer, su hijo siempre seria su niño, aun cuando se casara y tuviera hijos, sonrío con nostalgia, dudaba mucho que llegara a casarse y formar una familia, apenas tenía tiempo para dormir, no tenía ánimos ni fuerzas para pensar en el amor en ese momento.
Solo estaba dedicado a cuidar de su mamá, ella era todo lo que tenia después de que su padre las abadonara sin decir ni una palabra, de eso ya iban hacer diez años, luego le detectaron la enfermedad a Mer mientras trabajaba en la fábrica de suplementos y fue ahi donde no pudo volver a trabajar. Liam era el sustento para ambos.
El omega entró a la habitación, miró a su madre plácidamente dormida y beso su frente, Mer se removió al sentir el cálido tacto de su hijo.
-¿Lim?... -susurró entre abriendo sus ojos somnolientos.
-Shhh... Duerme ya estoy aquí -le dijo con ternura.
-¿Vas a cenar?. -Trató de pararse, pero la detuvo.
-No te preocupes ya cené. -Mintió. La verdad solo habia desayunado lo que le dieron en el café, pero no importaba, no era como si fuera la primera vez que se quedaba sin comer. Hay unos cuantos huevos hervidos que serán su comida de mañana, no quería quitárselos, estaba decidida que su madre los necesita más que ella-. Duerme, yo iré a dormir igual.
La besó de nuevo, se recostó y apagó la luz antes de salir a la sala y acostarse en el único sillón viejo que tenian, donde dormia desde hace mucho. Se tapo con una manta delgada mirando la oscuridad del cuarto, pequeñas lagrimas empiezan a rodar por su mejilla, su vida es una mierda. ¿Por que era tan difícil querer estar bien? Un techo donde vivir, donde no falte un plato de comida en la mesa, donde su mamá no esté muriendo por una maldita enfermedad. No importaba cuanto se esforzará o cuanto trabajara, no podía tener lo que quería, no pedía lujos, ni cosas ostentosas solo pedía sobrevivir.
El sonido de su mamá pidiendo ayuda hizo que se parara a toda prisa, sin tiempo de poder ponerse los zapatos. Mer se sacudió en la cama mientras llevó una mano a su pecho y abrió los ojos desesperada. Era otra de sus crisis, busco en la encimera donde se supone tenía que estar su medicamento, pero al abrirlo no habia nada, la sangre bajó estrepitosamente de su cerebro al sentirse impotente. No había, ya no había más medicamento. Miró a su madre, apenas transcurrieron unos segundos, segundos donde ella estába sufriendo y no sabía que hacer, ahora era ella quien sintió el corazón estallarle por la impotencia. Podía morir si no hacia que respirara, esa era una de las consecuencias de la enfermedad de Mer, su cuerpo olvidaba como seguir respirando, maldijo mil veces, tenia que comprárle su medicamento hace días, pero sin dinero. ¿Qué podía hacer? Joder.
Salió a toda prisa a la cocina donde estaban otros medicamentos, busco en los envases pero todos estaban vacíos, hasta que encontró una pastilla, la última, sirvió agua en un vaso y regreso al cuarto a toda prisa, sostuvo a su mamá para que pueda tragar la pastilla y luego un poco de agua. Después de otros segundos, empezó a regularizarse poco a poco y sintió como su alma regreso a su cuerpo, suspiró aliviado.
-Ya pasó mi amor, tranquila -susurró Mer con su voz ronca al ver a su hijo llorar. Le acarició la mejilla limpiándola con sus dedos, no puedo contenerse ante ella y llorar después a solas, le aterrorizaba la idea de que muriera. ¿Que haría sin mi mamá?
-Lo siento. -Le pidió y la abrazó con mucha fuerza.
-¿Por que lo sientes mi amor? -Le dice con ternura.
-Debí comprarte el medicamento -dijo entre sollozos.
-Tranquilo cariño... Yo lo siento más, soy una carga para ti. -Liam la miro, estaba llorando igual. No, no quería verla así, no queria que pensara que era una carga, por eso siempre se guardaba el dolor para si sola-. Tú deberías de estar terminando una buena carrera y no estar trabajando hasta tarde por una vieja enferma como yo.
-Por favor no digas eso... Eres todo lo que tengo... Lo único que me importa, si tú me faltaras...
-¡Shh! Ya pasó, no pienses en cosas tristes. -La omega asintió para tranquilizarlo pero estaba muy preocupado, no tenía medicamento. ¿Si le daba otra crisis y no estaba? Aunque si estuviera no serviría de mucho si no hubiera como controlarla.
Mierda, se mordió el labio.
-Ve a dormir hijo, estoy más tranquila. Es mejor que descanses. -Liam se retiró cabizbajo para dejarse caer sobre el sofá.
¿Que debía hacer?... De nuevo la conversación con Mark volvió a su mente, negó. ¿Pero si su mamá volvía a tener otra crisis? Si no debiera la renta podría comprar su medicamento con el dinero que tenia ahora, pero si no la pagaba mañana los echarían a la calle, estaba en un maldito dilema.
"Tendrías para un mes de tratamiento de tu madre más medicamentos"
Se sento en el sofá y se pusó los zapatos, salió del apartamento, solo había una solución a sus problemas y aunque le doliera admitirlo esa solución era vender su virginidad.
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