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Marie Mirey es una actriz de éxito que busca darle un giro a su carrera, luchando contra una industria que solo pretende sexualizarla. Conocerá a Jonnathan, un escritor por quien siente una atracción inmediata; algo peligroso considerando que ella es novia de Rodion Chijack, una estrella de la música. El triangulo amoroso empeora cuando Marie empieza a descubrir que Jonnathan esconde algo más que su talento. Él fue parte de una peligrosa Mafia de la que logró escapar, y que ahora lo busca; pues nadie tiene permitido salirse una vez que entra. Marie se verá envuelta en una guerra contra sus sentimientos mientras es introducida a la fuerza en un mundo criminal.
-No quiero soltarte -le susurró Jonnathan a Marie mientras le acariciaba los hombros por encima de las sábanas.
Para Marie, ese tacto era como la caricia del cielo. Él comenzó a besarla por el cuello. Ella cerró los ojos y se dejó llevar, sintiendo su aliento en la piel, gozando el aroma de su perfume; ligeramente opacado por el olor que había en el aire y que delataba lo que habían estado haciendo durante la noche.
Afuera empezaba a clarear. La luz del amanecer se filtraba por las ventanas, esparciendo su tono carmesí por las paredes.
-De verdad no quiero soltarte -repitió él.
Marie lo sentía en espalda. Él la estaba abrazando con fuerza, cubriéndola con sus brazos.
Desnudos bajo las sábanas, sus pieles chocaban y conectaban como dos imágenes atrayéndose.
Marie comenzó a llorar en silencio.
Sus lagrimas caían lentamente sobre la almohada.
-Esto ya no puede durar, ¿no? -dijo.
-No, supongo que no, pero aún así... -él la apretó con fuerza, respondiendo más con el cuerpo que con palabras.
Marie se giró en la cama y hasta quedar frente a frente. Como siempre le sucedía, se quedó encantada observando sus ojos castaños, su mentón firme, su revoltoso cabello negro. No pudo resistir el impulso y pasó su mano por su brazo, deleitándose con lo tersa de su piel.
-Nadie más debe morir. Ya han sido demasiados.
-No fue mi culpa -discutió Jonnathan, con una leve nota de dolor en la voz.
Ella le respondió con un beso en la mejilla.
-Quizá no todo es tu culpa, pero debes aceptar que... No sé... Si hubieras dicho algo antes. Si tan solo yo lo hubiera sabido...
-No podía decírtelo.
-Lo sé, lo sé...
Antes de que alguno de los dos pudiera decir nada más, la puerta del apartamento empezó a sonar. Alguien estaba en el pasillo, golpeándola con fuerza. Ellos ya sabían quién era.
Lo habían estado esperando.
Esta vez fue Marie quien sintió como le fallaba la voluntad. Se aferró a Jonnathan con todas sus fuerzas, escondiendo la cara en su pecho.
-No abras -suplicó.
Jonnathan no respondió. Se limitó a acariciarle la cabeza, descendiendo con lentitud por su cabello hasta llegar a la espalda. Luego le dio un beso en la sien y se levantó de la cama. Caminó desnudo hasta el armario.
Marie lo observó moverse, detallando cada centímetro de su cuerpo, preguntándose si sería la ultima vez que tendría la oportunidad de hacerlo.
Jonnathan se vistió y salió de la habitación sin voltearse a verla. Marie sabía que Jonnathan estaba intentando ser fuerte y que, si intercambiaban una mirada, ambos perderían la poca voluntad que les quedaba para hacer lo que tenían que hacer.
Ella prefirió quedarse en la habitación abrazada a las sábanas, mientras escuchaba los pasos de Jonnathan, luego el sonido de la puerta abriéndose y finalmente unas voces que venían del pasillo.
Era la policía.
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