a me dio vigor y pensé con discernimiento. Hice un inventario de lo que tengo, de lo que me sirve y de lo que debo tirar. Deseché dos pares de tacones, una minifalda
que es muy valioso, me sirve para mirarme y ser consciente de mi identidad. Tengo una mochila que al sentirla a mis espaldas, me hace sentir ocupada y me recuerda que tengo familia y sueños por vivir. Poseo mi maquillaje en un estuche, lo no
an cerca de mí, me hizo estremecer; es como si me enviaran un mensaje subliminal de muerte, lo que a mi parecer resulta demasiado perturbador. Agarré mi morral y me largué de allí con premura. Me encuentro muy nerviosa, definitivamente hoy debo salir de la selva, ya me siento agotada, y los tenis se están despegando por la parte de la suela. Un día más y quedaré a me
de una vegetación extensa y de una soledad sin límites: "Era un sábado soleado y tranquilo, de los que solemos llamar un bonito día. Camilo y Alexia, quienes ya tenían dos años de ser novios, decidieron ir a pescar y además pasar la noche acampando a la orilla del río. Organizaron los elementos necesarios: una carpa pequeña, una cobija, alimentos, dos cañas de pescar y sus respectivas carnadas. Se desplazaron en la moto d
e saber hasta dónde se desplazaban, porque ellas tenían su propio camino, era un barro limpio; lo que indicaba que tenían tiempo de recorrerlo. Si se analizab
ra lo que acabo de de
s de hormigas -Ella tambié
muy cerca de ellas -dij
roblema, ellas tienen su propia vía determinada
rrumpiendo su tranquilidad y aplastando a muchas en cada pisada. Alexia en vez de desconcertarse por su mal comportamiento, le pareció muy divertido y también se le unió. Ambos brincaban y competían por sobrepasar al otro, para seguir aplastando a las hormigas. Los pequeños inse
ilo a Alexia, levantando suficientemente la pierna derecha
creo que es por el material de la
r una pequeña fogata y a organizar la
patos en esta maleza -dijo Alexa frotando
rato a conversar para luego, sin afán, comenzar a organizarse para la pesca. Mientras tanto en el hormiguero todo era un caos, las hormigas, usando sus instintos de preservación, se comunicaron por medio de sus antenas móviles
lices. En ese momento en su mini cerebro sucedió un cambio radical. Obtuvo un conocimiento millones de veces más complejo e inteligente del que tenía antes. Miró a su alrededor y vio a todo su pueblo y raza aflig
us antenas, de inmediato ellos recibieron una descarga de energía y sus apéndices se alteraron también como hélices veloces. Estos hicieron lo mismo con los demás y en cuestión de una hora, toda la colon
ión de Camilo y Alexia, por las hormigas heridas y aplastadas que ellos dejaron en cada paso; estas habían segregado feromonas específicas para avisar a las otras del cruel ataque del que habían sido víctima
miga -se levantó y de su traser
iaste bien los zapatos -dij
regresaron a la colonia para tomar decisiones. El líder vol
árbol caído ni enemigos de otras colonias; fueron dos humanos que propiciaro
na de nombre Maye
s dos humanos, organiza un plan p
y hembras sin importar la casta. Dejó a algunos soldados al cuidado de varias hormigas reinas, y de los huevos y las crías, También dejó soldados
o antes de morir, picó a un humano que se af
ros picamos a un humano, podemos de
ención a la forma en que nos vamos a organiza
os metros a la redonda el lugar donde se encontraban los humanos. Tayel dio la orden de salir, y todos se despidieron de las reinas y de los pocos soldados que quedaron en la colonia, porque sabían que habría nuevas pérdidas de vidas; pero estaban dispuestos a arriesgarlas con el propósito de recuperar la paz para los que quedaran vivos. Hubo un lúgubre silencio impuesto donde se miraron u
habían llevado. Alexia ya se había cambiado la ropa con la que llegó, se había puesto unos shorts y una pequeña blusa, y estaba sin zapatos. Camilo estaba con una pantaloneta
as hormigas! -exclam
ilo y se la entregó mientras él, desespera
parecían atizadas desde el infierno. Los cubrieron de pies a cabeza en cuestión de milésimas de segundo. Se dieron cuenta de que eran miles y aparecían por todos lados. Ya no daban abasto para quitárselas del cuerpo, y cada hormiga los picaba d