Carolina d
de pedirle a sus empleados que limpiasen una nueva vez las mesas, él se apresuró hasta quedar frente al gran cris
ción. Hacía casi dos meses, él había estado observando a un joven risueño que caminaba cada mañana y cada tarde fren
a estado mirando en el Desfile. Por supuesto, Leonidas jamás imaginó que él vivía en Carolina del Norte
ada instante que recordaba al adorable omega. Y sin poder evitarlo, juró que la primera noche soñó con él. Su
lechado. Y no es que fuera fiel creyente del amor a primera vista; de igual manera, él sabía que algo ha
e la cafetería en el momento justo e invitarlo a pasar. Quizá, tan sólo preguntarle su nombre y aunque muchas veces había pensando ha
. Leonidas creyó que el omega la usaba por el desfile, pero se llevó un tierno gusto al descubrir que aquello, no era más que parte de su vesti
se distrajo un momento, recibiéndolos con una sonrisa. Eran sus clien
erior, admiró como saltarinamente el muchacho se acercaba. Su rostro relajado y una s
almente hermoso, y Leonidas no evitó sonreír en su asiento, íntegramente conmovido cuando pasó frente al
acerlo al resultar ser un poco aterrador. Pero cuando fue la hora exacta, él estu
n jovencito. Leonidas intentó no darle muchas vueltas a la cabeza, él había cumplido v
ado en alguien de su edad. Pero luego mandaba aquellas ideas al demonio, pensando que algún día tendría la suficie
ue los adultos de su eda
sonrisa idiota en sus labios y podía jurar, sus mejillas sonrojadas. Aquello tan sólo sirvió para confirmarle que pronto deber
to, decidió que era hora de trabajar. Podía sentirse íntegramente satisfec
..
más recónditos lugares algún rostro familiar. Era su primer año en la universidad, y a pe
e saludo, como si él de verdad no lo hubiera visto ya. Antes de que él pudiera llegar frente al omega, éste fue jalado
las de Ryle de inmediato se colorearon cuando logró safars
rvaba. Joel llegó a su lado, pasando un brazo sobre sus hombros
a mientras empujaba el cuerpecito del omega para que comenzara a caminar. Dar
Me detuve un par de veces porque las trenzas de mis zap