ast
vanno, mientras todos observábamos cómo Arianna le d
mi "prometida". La Alberti intentó un cambio de estrategia, atacando por su l
Arianna es a
e que pudiera detenerme, y de inmediato
estaba so
iempo de conflictos y desprecio mutuo habían servido para m
de mí, Arianna cambió la raqueta a su ot
¡Qué romántico! -gritó Dante con tono burlón
entretenerse. Todos callaron cuando Cristina perdió el control de su raquet
por orgullo, pero los tiros de Arianna eran cada vez más brutales. En uno de ellos, la pelota imp
tañeó. Su postura era f
temer! -exclamó Ivanno, medio i
levantó con evidente rabia, ignorando e
la raqueta, como si
o h
y precisión que terminó lastimando la muñeca de Cristina,
confirmando que no había ningún daño
había
a vez con
taba la ovación con indiferencia antes de dirigirse a
mi enojo er
-pregunté, cerrando l
siquiera
tó que me vengara
algo en mí, esa chispa que
es que sé que lo hiciste a propósito.
tamente, con una
da seca, dando un paso hacia mí-. No
te, peligrosa, pero no m
y llamarme zorra porque, según ella, te "robé". ¡No voy a tolerar berrinch
ujeres! -respon
cusas! ¡Solo mantén a tu
fuéramos una pareja recién casada y lo pe
y ya estás celosa? -pregunté con sa
ro lejos de apartarme, solo me acerqué más. Era com
silleros, mi rostro estab
jos ardiendo de furia-. ¿Crees que con esto vas a
haba. Su constante desafío era un fuego que avivaba mi p
s mi supuesta prometida. Si sigues fastidiándome
una batalla de voluntades y por alguna razón, est
endía... ni que
igrosamente cerca,
ad de sus ojos caramelo fijándose en los mí
abia, tenía algo más. Algo que
ntimidar, Sebastian? -me espetó
Me interesa que entiendas que
que mi autocontrol flaqueara. Estábamos tan cerca
una chispa, un fuego latente q
yaron contra el casillero a ambos lados de su
s tener la última
tándome, aunque su respiració
-replicó, pero su voz sonaba más tensa, como s
de algo que ninguno de los dos quería nombrar. Mi
No debí hab
dijo, con una mezcla d
? Al menos tengo derecho a mirarte bien la cara -respon
presión cambió. Su mandíbula se tensó, y por
sorprendió-. Lo peor de ti, Sebastian, no es tu
u mirada se movió fug
erme perder la poca com
né y mi voz salió más gr
batiéndose consigo misma, pero no dijo nada m
n más. La intensidad entre nosotros era insoportable, un
un roce, pero suficiente para
ndo? -preguntó, a
nsando hacer -respondí co
e iba a explotar en algo más. Pero entonces, como si recordara de r
itó, pero su voz tem
ismo estaba tan des
o tanto desde el fondo como e
iente ahora ¿ver
espetó, pero su mirada no podía
osotros no era solo odio. Era
sp
e minutos. Estoy oblig
ir más la
ad que me quedaba y reprenderme a m