ia
creer lo que esta
pitando. Pero en el fondo sabía que era mi única salida, la única man
cci me parecía cuestionable
seguridad y atractivo que parecían su marca personal,
perfecto y su porte intimidante, su plan
n un tono de voz casi nostálgico, como si
r para mí -repliqué, con un nudo en la garg
na locura; podía ver las sombras de sus propias dudas en su mirada. Pero, como si algo dentro de él despertara,
esta
eado, el
ian Be
una frialdad implacable-, me
rdida. Jamás había visto al más arrogante de los Be
alificaciones hasta los deportes. Incluso había sido el responsable de arrebatarme la beca unive
y las manos hundidas en los bolsillos,
te la tensión que se espesaba en el aire-. Sé que esta no es la reunión i
noche y el frío que se filtraba por las paredes de esa vieja casa del
postura derrotada, mientras Enzo se manten
-dijo Enzo, serio y directo con sus ojos fijos en mí-. Y
más una
ertirte en la prome
fue un golpe. Las palabras resonaron
su voz cargada de frustración. Al instant
tono helado-. Pero ¿quie
olo ellos entendían. Sin embargo, la intensidad de Enzo p
tó las palabras con un filo amargo-. No solo te forzarían a un matrimonio sin amor; también te
e apenas me atrevía a respirar. La idea de convertirme en la prometida de Sebastian Belucci, el hombr
ví a preguntar, tratando de ignorar la t
cantadora y cálida había desaparecido. Su expresión ahora
rada, mi curiosidad
tivo-. Gano que mi familia no se involucre en la asquerosa empresa de los Alberti y además evito
que entendía, pero la
e buena voluntad. Confiaba en Enzo o eso pensaba
nas de desprecio me hervían la sangre-. Le pido que sea mi prometida, aunque nos detestemos ¿Y lueg
divorcio, algo que los Alberti jamás te permitirían. Ad
l unísono, el shock fue e
verlo antes. En el peor de los casos, tendrán que cas
r qué tenemos q
con co
an huir de aquella locura-. No entiendo bien qué se pretende con es
contigo Lucciano. Ningún hombre en su sano j
mismo, pero Enzo nos interrumpió
ces, v
tan fría que ambos n
capaces de
óximo esposo de Cristina Alberti. Deja que
vió ni un centímet
e para ser la amante de un hombre
ea me prov
ue haya venido. Perdí mi tiemp
acia la puerta y antes d
segundos para decidir si d
e ser la amante de un viejo a
sp
olo un paso d
tro de Sebastian. Después de todo, su destino n
e Sebastian me acompañe
n protestó, claram
ció en el rostro de Enzo me dio una sens
ha
estás bro
ece que Ari ha demostrado tene
in aceptar la idea
do está dicho y
a vez más Sebastian. Abatido por la
tir de aquí, todo tiene que ser tan real
-pregunté, sin oc
stos, o tus padres sabrán que el hombre que
razón,
s explicaré los de
astian, aunque finalmente accedió a
bellino de los acontecimie