to, fui al maletero y tomé mis maletas, las saqué antes de dejarlas en el suelo. Estoy agradecida con dios por crear las maletas con ruedas. Una vez que todos tuvieron sus cosas, no
lvidar el hecho de que mi corazón todavía se sentía con ganas de romperse, y que aún quería llorar un río de lágri
oger entre todos los tipos de bocadillos que tenían, pero no pude evitar sentir que alguien me miraba, y como soy fiel a mi instinto, me giré hacia el cajero y este me estaba viendo, probablemente tenía la misma edad que yo, debo admitir que era
me al mostrador, y agregué un paquete de chicle, solo para poder masticarlo en el avión,
tro mientras me miraba, noté que era un humano, por su aroma.
mo antes, ahora solo se inclinaba sutilmente sobre el mostrador, flexionando intencionalmente sus mús
rriba y mi hermano estaba viendo intensamente al chico, cerrando su puño con fuerza.
que quería reírme con todas mis fuerzas, cuan
verdad", ese chico hablaba tan bien de sí mismo, que incluso sentí náuseas. La parte más dive
dijo Nicolás, su mirada en ese momento se transformó en
uno de ustedes"
e Martín y Franco estaban entrando a la tienda, ambos con una mirada feroz en sus rostros. Observando al cajero, se po
tra chica que yo quiera, solo le hablé porque p
este tipo acaba de firma
mejor no interponerme en sus caminos cuando estaban furiosos. Finalmente pararon, se podía escuchar al chico quejándose en el suelo, fruncí el ceño, me sentí culpable cuando lo miré. Pero, no
, no podíamos sentarnos uno al lado del otro, así que me senté en el medio de Nico y Martu, mientras que Franco tu
rza al reposabrazos, yo sabía que él odiaba volar, así que enredé su mano con la m
voritas de todos los tiempos :"The Host", tal vez esté
nte, simplemente tomé la decisión de dormir, el vuelo sería largo y si me
ido, mientras él me respiraba en la cara, y ni hablemos de su aliento. Al abrir los
n poco mi cuello. Franco suspiró antes de sentarse en la
lgunas cosas sobre las que queremos preguntarte"
ente de Dylan O'Brian", hablé sonrojándome un poco, recordando ese día tan humill
ún hermano necesita escuchar de su hermana", no pude evitar
eras hablar?", me preguntó mi hermano con tristeza, sé que conocían la respuesta a esa
preguntó él sin rodeos, yo solo
decepción ahora se abría paso en su rostro. Sentía que mi furia incrementaba mientras decía aquellas palabras, mis propios hermanos creía
emitieron palabra alguna, simplemente me dejaron como estaba. Mientras estaba sumergid
que hicimos eso, subimos y nos fuimos a nuestra nueva casa, lo que sería nuestro hogar por un año. Técnicamente, a ninguno se no
ondujimos, parecía que había pasado mucho tiempo antes de que finalmente llegáramos a la entrada, muchos nos dieron la bienvenida mientras nos dirigíamos a lo alto de las escaleras. Honestame
?", cuando estaba a punto de contestar,
uro que hoy cambiarás". Habló ella con su voz suave y tranquila. Le expliqué eso que m
mi habitación y que quedé totalmente impactada. ¡Era increíble! Había una cama tamaño king en el medio de esta, con sábanas muy suaves sobr
o dormitorio. Aunque pensé que con el pasar del tiempo, me acostumbraría, al terminar el recorrido, nos acompañaron hasta el gran salón, ahí se encontraban los Lobos
la luna. Estas se abrieron con un chirrido y todos entramos, el salón era inmenso y los techos eran altos, con un gran podio en el medio de donde todos se sentaban. Todos
a un lado, tenía la cabeza ligeramente inclinada, no pude conce
tarse a la forma de lobo. Podía sentir como cada hebra de piel se abría paso a través de mi carne, mis dientes desaparecieron y fueron reemplazados por unos más grandes y afilados. Sentí que pasaron años antes de que todo se detuviera, antes de sentir que realmente podía respirar, abrí mis ojos, vi a mi alrededor y todos
os, parecía como si estuvieran esperando algo más, justo cuando estaba a punto de darme la vuelta, más dolor me azotó, aullando fuert
mento, cuando me giré para mirar a mi familia y a Los Antiguos, mi familia parecía asombrada, mientras qu
cuerpo, todo lo que se podía apreciar en el abrigo de piel blanco eran remolinos azules que iban por todas partes. Jamás en
s de que mi cuerpo cedi