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uviese viva por primera vez, yo aún podía recordar cómo anhelaba ese sentimiento, mi deseo era encontrar a esa persona especial que me hiciera sentir de esa manera, para entender y experimentar el mismo a
incipal, quería arreglarlo, quería intentar hablar con ella y disculparme, incluso, quizás podía intentarlo de nuevo. De
mi papá, él era la última persona a la que quería acudir, pero ya había recorrido t
n claro como la luz del día sobre su rostro, y me hizo lamentar aún más mis decisiones. Mi mamá había escuchado absolutamente todo, eso empeoraba la situación mucho más, entró a la habitación llorando, mirándome con mucho dolor. Yo también quería llorar con ella, pero estaba
ría posible, nadie sabía una ubicación exacta, la única forma era que te invitaran allí, y s
almas empezaban a transpirar, sentía que mis palabras no querían salir de mi boca
o, voy a colgar...
í yo, finalmente. Había l
n el segundo que dije mi nombre, sí, evidentemente sabían lo que había pasado. Estaba a punto de hablar nuevament
a merecías. Eres un niño arrogante, que cree que el resto del mundo le debe todo lo que su pequeño y egoísta
mpletamente destruido, y que mi padre estaba frente a mí, preguntando qué había pasado. Me derrumbé y le conté todo lo que había dicho Martín, con lágrimas cayendo por mi rostro. Un
r la casa de la manada, ayudaba cuando era necesario, con los cachorros, generalmente. Todos los días venía a mi habitación, tratando de que me levantara de la cama, me contaba más historias de mi pareja y lo increíble que era, yo apreciaba lo que ella estaba tratando de ha
dije la verdad. Ninguno sabía de la muerte de Sabrina, aparte de su familia, mis padres y sus amigos, al principio todos estaban molestos con
i manada. Era consciente de que a pesar de que ella se había ido, jamás podría estar con otra mujer, solo pensar en cómo no me gua
ían encontrado a sus parejas, eso quería decir que no vendrían solo ellos. Yo se los permití, no es que no lo hubiera hecho en algún momento, pero ahora era el
unque mi mente seguía divagando en su propio mundo, un mundo en donde Sabrina era mía y estábamos
ñorarla aún más. Al notarme, me observaron con más odio del que jamás podría imaginar. Me lo merecía, yo lo sabía, pero, lo que me confundió fue que, d
n ellas se bajaron y se quitaron los cascos. Una, era una chica con cabello rubio y largo, le caía hasta la cintura, era pequeña
algo, a pesar de que no podía ver su rostro. Ella no tenía ningún aroma, entre todos ellos, era la única que no olía a lobo, mientras que sus acompañantes, sí. Me
ba jadeando, completamente impactados, pero no les presté atención. Esto era imposible, el
sí
era de color negro medianoche. Ella seguía siendo impresionante, incluso después de todo este tiempo, era Sabrina, estaba viva. Fue la
fue entonces cuando finalmente capté su aroma, no podía comprender por qué en ese momento fue
estaba aquí y supe, milagrosamente, que tenía otra oportunidad para intent