más del doctor Ma
de Ross. Tome el metro y el autobús para llegar a los pequeños departamentos en donde vivía Ross, en un suburbio. Y
ña abrió la puerta. La pequeña aún tenía su pijama
pregunta recargán
ar dentro de su departamento de paredes cafés.–Ese es el baño.–Me avisa señalándome a la derecha.–Allí hay toallas limpias, date una ducha y después duerme en la habitac
e al baño, que era muy pequeño pero era lo suficientemente grande para tomar una ducha. Así que m
ne de ponerme un pijama ligero y a punto de
con ganas se suicidarme. ¿Por
uscando.–Me dice Ross sonando bastante apurada. No llevaba m
rante algunas horas.–Le contesté molest
hay mucho heridos.–Me da la noticia alarmada, mientras que me preguntó si fue coinci
diato, para después ponerme mi otro unifo
odo era un desastre; había varias enfermera
k, que está atendiendo a una niña de alred
tico, qué se usará para limpiar una herida. Tomé una caja con varios ma
de dárselo, pero
algo más que un antiséptico.–Mi compañero le atenderá.–Le dice a la niña y a su madre. Yo dejo de lado la caja y traigo conmigo
e traes? ¿A una pequeña princesa?–De verdad era demasiado lindo con los niños mientras
tras yo asiento con la cabeza, para luego correr hacia la sala de emergencias,
mientras se llevan a un
, mientras sé que es muy lindo a pesar de que la situación es complicada. Es
como mi jefe, el doctor Mark, me llama la atención como un novio celoso. Yo sin más tuve que i
ra con un pie en el suel
herramientas.–Es muy lenta, ¿es retrasada?–Me siento como una pequeña bola de nada, e
correr.–Le contesté enojada, intentando
que está aún más irritado, al saber que estaba hablando con él doctor Steward
regaños del doctor Mark. Así que con el orgullo tirado por los suelos, huyó hac
ice, una enfermera creída de cabello rubio que quería el pues
ar sentirme muy mal, mientras que aún recuerdo cómo me
alo con todas.–Ella trata de hacerme sentir mejor, al decirme que el doctor Mark es un maldito tirano con tod
me despida.–Les dije deprimida
dice Alice burlona, arruinan
e doy cuenta que hay muchos pacientes que no han recibido sus medicamentos, ya que dejaron las tareas aventadas por ir a emergencias, así que me decid
n Ross, quien estaba haciendo sus anotaciones y asig
adecí mientras me pongo enfrente de ella, par
xplicarme cómo es ese idiota, pero yo la detengo para
l ceño con continuidad. Sabía que mi cara sería bastante vie
as dos al mismo tiempo.–Y hablando del doctor Mark, tienes que ir a su oficina.–Ah
e doctor tan odioso, pero también sabía que era muy irresponsa
ertida con mi señalamien
ada mientras aún seguía a
s por hacerte cargo de mi parte. – Le puse una mano
ra irme, pero ella me detiene para decirme algo que era importante.–Pero tampoco fue bueno que el doctor Mark te mandara a llamar
muy casada y el doctor Mark solo estaba siendo muy egoísta al
tener respuesta de cada una de ellas, pero sabía que no podía
su voz ronca.–Señor
icina, para después sentarme en u
o, cuando la gente la necesita.–Murmura mientras mira s
as sobre porqué me había llamado a pesar de la hora
viéndome directamente a los pechos, mientras me sien
vo puesto un suéter vino que me tapaba el pecho, que usu
on, usted no me atrae sexualmente.–Me dice co
ta, ya que podía llamarme a hora inadecuadas para venir a trabajar p
–Alza una ceja, hacié
ujeres, pero usted tampoco me atrae sexualmente.–Mentira, la verdad es
o era una como una prueba, así que le hice una media sonrisa. En ese
Me quedo allí nerviosa por unos minutos, ya que él verá de nuevo mi pecho. ¿Por qué accedí?
hermosos ojos se alumbran como si lo
orirá.–Me dice con una
tratando de no ver sus ojos,
!–Escupe con fuer
egunté con los ojos s
opa!–Grita sin vergüenza, mi
Pregunté a l
su camiseta, dejándome ver su estómago marcado, que me provoca calambres
o que dejar de señalarme a mí misma
go sexual que lleva conmigo.–Pero si usted no quiere, no lo haremos a la fuerza.–L
ra hasta llegar a mis muslos. Donde lentamente me quita el pantalón.–Usted tiene las piernas más hermosas del edificio. Que mal que es enfermera, siempre tiene que guardar esas piernas
s enfermeras. ¿Lo hace con todas?–P
hospital!–Me dice con molestia.–Me has hecho enojar.–Me dice muy moles
gunté adolorida, ya qué sé
la camilla, mientras él se sube encima mío, atrapando mis labios con fuerza.–Usted me hace enojar t
lda bien trabajada, mientras él besa mi cuerpo entero con sus delicados labios, h
Me pregunta, mientras me besa cada vez más. Sus labios me hacen sentir
sé sin más mientras él vuelve a mis labios y me besa como nunca lo han hecho. Con manos ágiles me retira las pantaletas
rminé muy rápido mi carrera, era obvio que no tu
qué no me intimide su gr
que tarde mucho en contestar.–O solo soy yo
o de mándame! –Estaba un poco fastidiada, ya habíamos llegado
e. Era como si no pudiera creerlo, así que yo misma me pregunté por
é inocentemente sobre la de
i frente.–¿Por qué sigues siendo virgen? –Me pre
ara hacer, usted sabe.–Le dije nerviosa y avergonzada de haber
a cruzar los brazos enfrente mío. Era como si no quisiera meterse con un
ando por allí buscando eso. No sea un imbécil, muchos querrían estar conmigo.–Quería subir
alientes, tirándome una vez más a la cama, besándome con sus labios llenos de saliva. Lentamente
n por mi feminidad, dándome una satisfacción que pocas veces he sentido. Yo le
cia mí. Yo no sabía cómo ni cuándo habíamos llegado a este punto, pero lo estábamos haciendo. Su lengua se aferra a mis labios vaginales, llegando
morder la almohada como si tuviera hambre, ¡p
en donde me hizo sentir que quería algo más que solo un beso. Sus labios se apasionaron en mi vagina, era como s
o otro tipo quizás lo estuviera haciendo,
que había visto hasta ahora, me había quitado el aliento como sus embestidas con la lengua.
esa manera. Así que me pasa una bata y hace que me la ponga. Supongo que hoy puedo agradecer que existan las