o de tema radicalmente -. Tú eres muy rico sin nece
ísima causa. Mi gen
sencillamente increíble -
aparecieras así como así. Aunque sol
aber caído tan bajo, incluso para algu
para saber dónde estabas y qué hacías... y con quién -admitió con más suavidad -. Cualquier
sensación que le provocaba pensar que en algún mo
cida -aseguró con determinación -. El refugio necesita dine
Isabella un intenso escalofrío, especialmente a
atado del poder de aquella mirada? Agitó la
e un precio. Me cediste tu dinero libremente y ahora quieres que te devuelva no solo
ento de mi padre, ese dinero sería mío cuando cumpliera
supo identificar -. Ya me has dicho lo que quieres que te dé, pero no has dicho nada de lo que estás d
. ¿Qué diablos que
él -, seguimos estando casado
lo ente
rer hacer caso de la punzada que había sentido
ro -la interrumpió inmedia
--
amente como si no pudiera creer lo que acaba
e odió aún más porque no podía evitar cierta emoción al pensar que, p
en él, y eso era exactamente lo que pretendía hacer. Y si, al mismo tiempo que la ayudaba, podía conseguir algo para sí mismo, mucho mejor. En cuanto
oír su respuesta, ya que su ros
recuerde lo que tu padre era pa
as deseaba demostrarle que ya no era la niña confiada de hacía cu
significa eso? -le preguntó
midar. Esa vez había demasiado en juego, tenía
ndría el control de mis acciones tan pronto como me casara. Naturalmente yo te habría transferido a ti dicho control; por tanto tú te habrías hecho con el control casi
igo para obtener algún tipo de beneficio económico, déjame que te diga que te estás excediendo. De hecho, te diré que a
niño al que había que regañar, y
te casaste conmig
para que ella no pudiera verle la ca
o había hecho sentir incómodo. Quizás se se
spondió ella con mord
e decir -. Tanto que, al principio de conocerlo, deseé muchas veces que fuera mi padre. Isabella, nunca he topado con un hombre al que haya respetado y querido tant
a trató de deshacer el nudo de emoción