Ella se aclara la garganta para llamar su atención. Cuando sus ojos se encuentran, todo parece cobrar sentido -¿Me conoces de algún otro lugar? Sebastián asiente con tristeza. -Sí, supongo que aún te debo ese desayuno. Una risa triste escapa de los labios de Karen. -¿Lo supiste todo este tiempo? Él asiente con tristeza. -Desde el momento en que te vi en la casa de tu familia. Hubo un silencio incómodo entre ambos. -No entiendo porque no quisiste decir nada. Ahora sonara peor lo que quiero decirte- comento pasando su mano incómodamente por su cabello -Bien, Sebastián Nash, tengo que informarte que estoy embarazada y el bebé es tuyo-suelta Karen sin ninguna premura. El aire entre ellos se espesaba, cargado de anticipación y preguntas sin respuesta. -¿Qué? - respondió completamente conmocionado. -Yo... -comienza de nuevo, pero esta vez sus palabras están cargadas de una intensidad que la deja sin aliento- Haré lo que sea necesario para estar a tu lado o sin ti, para cuidarte a mi y a nuestro hijo. -¿Qué estás diciéndome? -Quiero que nos casemos.
Tenía el test de embarazo entre sus manos temblorosas, dejándolo caer al suelo con un sonido estruendoso en el silencio del baño. Estaba aterrada al ver cómo se marcaban las dos barritas en el dispositivo y confirmaba con la caja cuál era el resultado. No podía ser el resultado correcto. Era simplemente imposible. No podía ser cierto. Estaba embarazada.
-¿Ya vas a salir? Llevas como mil años en el baño- gritó molesta su compañera de apartamento y hermana mayor, mientras golpeaba la puerta.
Se levantó y abrió la puerta antes de que pudiera volver a tocar. Tenía una expresión pálida y enferma que hizo que su hermana mayor se preocupara; daba la impresión de que estaba a punto de vomitar en cualquier momento.
-¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan pálida? -Alexandra la sujetó de los brazos con fuerza tratando de sostenerla en caso de que tratara de desmayarse, con una expresión muy preocupada en su rostro, luego miró por encima de su hombro y vio el test de embarazo tirado en el suelo, cientos de ideas le pasaron por la cabeza, entonces se animó a preguntarle- ¿Estás embarazada?
Asintió tímidamente, sin siquiera creerlo para sí misma.
-Creo que fue esa noche-confesó.
Hacía seis meses, habían asistido a la despedida de soltera de su hermana mayor. Estaba devastada porque su novio de más de ocho años la había dejado por una fulana que conoció en su trabajo. Era una chica más joven y se casó con ella apenas unos meses después. La borrachera que tuvo el día de la fiesta la llevó a terminar en un hotel con un extraño y una habitación de hotel completamente destrozada, algo que jamás haría en su sano juicio.
-Pero dijiste que usaron protección-anunció Alexandra.
-Creía que sí, pensaba que así era-pasó una mano por su cabello, se apoyó en el marco de la puerta sintiéndose frustrada- Pero sabes que no recuerdo nada de esa noche; al otro día estaba sola en la habitación de hotel con una nota que decía...
-Iré por el desayuno-terminó su hermana mayor la frase.
Se sentó en el suelo, sintiéndose como una completa idiota.
-¿Ahora qué debo hacer, hermana? -preguntó entre lágrimas que caían por sus ojos.
-Primero, confirmar que estás embarazada. Tenemos que ir al médico.
Una pequeña lágrima bajó por su mejilla.
-¿Y después? Nunca pensé que sería mamá.
-Tranquilízate. Primero tenemos que confirmar que estás embarazada y después, si lo estás, ¡Vamos a encontrar al papá del bebé! Eso es seguro -afirmó completamente segura Alexandra.
-Tengo una cita para mañana.
-Bien, eso es el primer paso.
-Me preocuparé por el segundo paso ahora.
-Bueno, genio, ¿Cómo crees que lo haremos? En seis meses no pudimos hacerlo- contestó con rabia Karen.
-Error, no hicimos muchas preguntas porque estabas avergonzada, pero... ahora necesitamos la ayuda de todas, llamaré a las chicas. No creo que puedan recordar mucho, pero quizás alguna tiene una foto o video de esa noche -concluyó Alexandra.
-¿Y si no aparece ahí?
-Karen Kellington, somos parte de la familia Kellington, lo único imposible que tenemos es gastarnos la fortuna de nuestro padre.
Alexandra Kellington pensó en que, si no podían encontrarlo con facilidad, tendría que recurrir a sus padres por ayuda. No podía dejar que el primer sobrino que tenía pasara por la incógnita toda su vida, sobre quién es su padre. Todo niño necesita conocer de dónde viene.
Sebastián Nash se encontraba en su oficina, en el rascacielos más alto y exclusivo de la ciudad. Como el abogado más renombrado en la ciudad de Nueva York, estaba acostumbrado a largas jornadas de trabajo, pero esa noche, el peso de sus pensamientos lo mantenía atrapado en un estado de inquietud. Era como si simplemente no pudiera concentrarse lo suficiente. Por su mente se deslizaban las imágenes de unas largas piernas jugando en unas sábanas blancas, acompañadas de una sonrisa picarona.
-¿Cuándo vas a largarte de aquí? -la voz de su mejor amigo, Jeremy, irrumpió desde la puerta.
-No seas idiota -respondió Sebastián, sin apartar la mirada de los papeles sobre su escritorio.
-¿Aún estás pensando en aquella chica? -preguntó Jeremy, con una pizca de burla en su tono. Conocía a Sebastián por muchos años para saber que era de las pocas veces que estaba interesado en una mujer por más de un mes.
Y tenía razón. No podía sacarse de la cabeza a esa joven de piel porcelana, menuda y con ojos azules tan vibrantes como el cielo en un día despejado. Ella parecía carecer de inhibiciones, lista para desafiar cualquier estándar, con su espontaneidad. Su personalidad había desmantelado cualquier ideal de mujer que Sebastián pudiera haber tenido. Parecía una mujer libre.
-El investigador no ha podido encontrarla-dijo, finalmente, en un tono sombrío.
-¿Y si simplemente no quiere ser encontrada? - sugirió Jeremy, con una sonrisa burlona.
La ceja de Sebastián se alzó en respuesta a la provocación de su amigo. Aunque la idea de que ella no quisiera ser encontrada le resultaba frustrante, una parte de él sabía que podría ser cierta. Después de todo, ¿por qué otra razón habría desaparecido sin dejar rastro? Cuando volvió aquella mañana con las bolsas de las compras del desayuno, se encontró con la habitación completamente vacía; ni siquiera había podido dejarle una sencilla nota, explicando por qué se iba.
Sebastián dejó escapar un suspiro y cerró los archivos frente a él. No podía seguir permitiendo que su mente divagara por ese camino. Tenía casos que atender, clientes que necesitaban su ayuda, y no podía permitir que su obsesión personal afectara su trabajo, pero las imágenes de aquella noche se colaban en su mente, haciendo que casi pudiera fantasear despierto.
-Tal vez deberías dejar de buscarla -sugirió Jeremy, esta vez con un tono más serio- Tal vez sea hora de seguir adelante, amigo.
Sebastián asintió, aunque en su interior sabía que no podría dejar de pensar en ella tan fácilmente. Había algo en ella que lo había cautivado de una manera que no podía explicar, algo que lo mantenía anhelando más.
-Quizás tengas razón- aceptó amargamente.
-Bueno, ¿Y cómo vas con el caso de Caroline Kellington? -preguntó Jeremy.
-Apenas lo tomé; tendré que ir a visitarla mañana a su casa.
-No vayas a arruinarlo. Es un trato de nueve cifras y la comisión te dará para pagar otro apartamento en Park Avenue.
-Cállate, idiota. Ahora lárgate de mi oficina.
Viendo la foto de la mujer en sus archivos, pensó que se parecía mucho a la chica con que pasó la noche, aunque no tenía sentido porque se había casado hace unos pocos meses con un magnate de los negocios coreano. Por eso ahora querían unir la compañía familiar con el negocio de él, y ese era el trato en el que estaba trabajando para presentarle mañana.
En un torbellino de pasión y traición, Sebastián Nash, un magnate arrogante pero irresistible, ve su vida perfecta colapsar cuando su affaire con la seductora Catalina sale a la luz, desencadenando una cadena de eventos que amenaza con destruirlo todo. Mientras Sebastián persigue su sueño de paternidad con Catalina, su esposa Karen, una mujer fuerte y decidida, se embarca en una misión para proteger su imperio familiar de las garras de la traición. Catalina, motivada por su oscuro pasado y su insaciable ambición, urde un plan maestro para asegurar su lugar en la alta sociedad, manipulando a Sebastián a su antojo. Pero en medio de la tormenta surge Josh, un apuesto abogado que ofrece a Karen un rayo de esperanza en medio del caos, desatando un torbellino de emociones prohibidas.
Adally Grey vivió bajo las reglas de su padre toda su vida, creyó amar a un hombre que la traicionó y deseaba quitarle todo. George Taylor es el hijo ilegítimo de un jeque árabe, es la segunda oportunidad para ser feliz de la mujer, juntos pueden formar un emporio. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Tienen un matrimonio por contrato que pronto se convierte en realidad, pero hay una amenaza que puede arruinarlo todo, tiene forma de mujer y se llama Yura.
Charlotte Rock acaba de cumplir sus 18 años, es una famosa corredora en carreras ilegales, tiene un expediente sellado con la policía y tuvo una relación, con el ahora líder del cártel del Pacífico, pero busca escapar de su pasado y reformarse de su vida criminal, ¿Podrá hacerlo? ¿Correrá lo suficientemente lejos o logrará caer ante la tentación? Trevor Olivieri es un joven italiano, que creció como un orgulloso mafioso, lejos de su mundo de lujos y ostentosidades, su padre lo envía América a buscar una nueva alianza, pero unos impresionantes ojos verdes lo atrapan en un mar de problemas, ¿Sera ella la clave para resolver su misión o será ella quien ayude a clavar su tumba?
Durante tres arduos años, Emily se esforzó por ser la esposa perfecta de Braiden, pero él todavía se mantenía distante con ella. Cuando él le pidió el divorcio por otra mujer, Emily desapareció. Sin embargo, cuando reapareció más tarde, se convirtió en su última fantasía. Despidiendo a su ex con una sonrisa burlona, ella le desafió: "¿Te interesa una colaboración? ¿Quién te crees que eres?". Los hombres no le servían para nada; Emily prefería la independencia. Mientras Braiden la cortejaba sin descanso, descubrió las identidades secretas de Emily: hacker de alto nivel, chef, médica, talladora de jade, corredora clandestina... Cada descubrimiento aumentaba el desconcierto de Braiden. ¿Por qué los conocimientos de Emily parecían ilimitados? El mensaje de Emily era claro: destacaba en todos los aspectos.
Para pagar la deuda, desesperada y sin opciones, ella sustituyó a la novia y se casó con el hombre quien era conocido como un diablo al que todos temían y respetaban. Él le dio un mordisco a su dulzura y gradualmente se sometió a la lujuria adictiva. Antes de que se diera cuenta, ya era incapaz de liberarse de ella. El deseo desencadenó su historia, pero ¿cómo continuaría este amor condicional?
Durante los tres años de matrimonio con Brendan, Adeline fue tan humilde como el polvo. Sin embargo, lo que recibió a cambio no fue amor o afecto, sino indiferencia y desdén sin fin. Peor aún, cuando la querida del hombre volvió, se alejó de ella aún más. Finalmente, Adeline no pudo soportarlo más y solicitó el divorcio. Después de todo, ¿por qué debería quedarse con un hombre tan frío y distante? El siguiente seguramente sería mejor. Brendan vio a su exesposa irse con su equipaje. De repente, se le ocurrió una idea e hizo una apuesta con sus amigos. "Definitivamente se arrepentirá y se arrastrará de regreso a mí en poco tiempo". Después de escuchar esta apuesta, Adeline se burló. "¡Ni en tus sueños!". Unos días más tarde, Brendan conoció a Adeline en un bar. Resultó que ella estaba celebrando su divorcio. Poco después, notó que ella parecía ya tener un nuevo pretendiente. Brendan estaba empezando a entrar en pánico. La mujer que se había aferrado a él durante tres años ya no se preocupaba por él. ¿Qué iba a hacer?
Fue engañada vil mente por su prometido y su hermanastra. Por lo que se vio obligada a contraer matrimonio forzado con el prometido de su hermanastra, a quien su hermana había rechazado porque estaba atado de por vida en una silla de ruedas de por vida. -No tuve más remedio que aceptar ser su sustituta porque ella está enamorada y embarazada de mi actual ex prometido y no quiere casarse contigo -dijo ella, mientras que el hombre en silla de ruedas se limitó a mirarla con el rostro desprovisto de cualquier emoción. -Supongo que no tengo opción -dijo el hombre fríamente. Cogió un expediente y se lo deslizó sobre la mesa. Ella sacó el documento y se quedó sin aliento cuando se dio cuenta de que era un contrato.
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Sólo hace falta un segundo para que el mundo de una persona se derrumbe. Este fue el caso de Hannah. Durante cuatro años le entregó todo su amor a su marido, pero un día él le dijo fríamente: "Divorciémonos". Hasta ahora se dio cuenta de que todos sus esfuerzos de los últimos años fueron en vano. Su marido no la amó. Mientras ella procesaba la noticia, la voz indiferente continuó: "Deja de fingir que estás sorprendida. Nunca dije que te amaba. Mi corazón siempre ha pertenecido a Eliana. Sólo me casé contigo para apaciguar a mis padres". El corazón de Hannah se rompió en un millón de pedazos cuando firmó los papeles del divorcio, marcando el final de su reinado como esposa devota. La mujer fuerte que tenía dentro rápidamente se manifestó. En ese momento, juró no volver a depender de un hombre nunca más. Su aura era extraordinaria cuando se embarcó en el viaje por encontrarse a sí misma y dominar su propio destino. Cuando regresó, había madurado mucho y era completamente diferente de la esposa dócil que todos conocieron. "¿Qué estás haciendo aquí, Hannah? ¿Es tu truco para llamar mi atención?", preguntó su arrogante exmarido. Antes de que pudiera responder, un CEO autoritario apareció de la nada y la tomó en sus brazos. Él le sonrió y, en tono de amenaza, dijo: "Sólo para advertirle, señor, ella es mi amada esposa. ¡Aléjese de ella!". El exmarido no podía creer lo que oía. Él pensó que ningún hombre se casaría jamás con Hannah, pero ella le demostró que estaba equivocado. Pensó que ella nunca lograría nada. No sabía que habría aún más sorpresas por venir...