/0/8918/coverbig.jpg?v=bba45fa231f1e8d0e476e318211b1c8a)
Cassandra Herrera sufre un accidente automovilístico, a consecuencia pierde la memoria permanentemente, su actual esposo Erick Herrera la cuida dura 5 años junto a su hijo Matthew. Hasta que un accidente aéreo le quita la vida. Cassandra, quiere respuesta. En la oficina de Erick consigue documentos de que estuvo en coma por varios años y no 4 días como le hicieron creer. Descubriendo que tenía una hija. En su búsqueda se topa con que tenía otra familia, otra vida.
Existía la tortura y después existía la sensación de pura agonía, como si arrancaran las uñas con pinzas. En ese preciso momento, Cassandra Herrera estaba experimentando lo último. O al menos eso le parecía.
Apretó los dientes e intentó pensar en otra cosa que no fuera el sudor que le impregnaba la piel, el techo, que estaba demasiado cerca de su cara y el hecho de que apenas podía respirar en esa claustrofóbica caja. Nada sirvió. El único pensamiento que ocupaba su cabeza era la certeza de que si no salía pronto de allí iba a volverse loca delante del técnico que se encontraba detrás del cristal a su izquierda.
-Un poco más, Cassandra.
Genial. Maravilloso. Justo lo que quería oír. Sabía que no debía moverse, que eso solo prolongaría su desdicha, pero esa prueba estaba llevando más tiempo del que debería. ¿Qué leches estaba haciendo el técnico, organizar una fiesta?
La paciencia nunca había sido su fuerte. Sus médicos le dijeron que la falta de paciencia seguramente fuera la causa de que no se hubiera muerto, de que se hubiera hartado de esperar a que la luz apareciera al otro lado del túnel y hubiese decidido dar media vuelta y regresar porque se había impacientado. Cassandra no estaba segura de ese dato: no recordaba luz alguna. De hecho, recordaba muy pocas cosas. Pero gracias al personal del Hospital central de Maracay, en Aragua, su «muerte» apenas había durado noventa segundos. Noventa segundos que le habían cambiado la vida por completo.
No conservaba el menor recuerdo del accidente de tráfico que había convertido su vistoso Mustang en un amasijo de hierros. Ni el menor recuerdo acerca del conductor del otro vehículo que se había marchado mientras que ella yacía en una fría camilla luchando por su vida. En definitiva, no recordaba nada de su vida anterior. Pero había aprendido una lección muy importante ese día: había cosas en la vida por las que merecía la pena luchar.
Su mente voló a Erick, a su aniversario y a la cena especial que tenía planeada. Siete años... No parecían haber pasado siete años. En muchos sentidos, tenía la sensación de que apenas lo conocía. Los últimos dieciocho meses habían sido un torbellino de pruebas y más pruebas, y mientras tanto tuvo que acomodarse de nuevo a la vida de Caracas y conocer otra vez a su marido y a sus amigos. «Un efecto secundario del accidente», le dijo él, uno que superarían juntos. Salvo que... él viajaba tanto por cuestiones de trabajo que daba la sensación de que debía adquirir ese conocimiento sola.
Quería suspirar, pero sabía que no podía. De acuerdo, era un hombre entregado a su trabajo. Adoraba su trabajo. La de su marido era una pasión admirable. ¿Qué más daba que su matrimonio no fuera perfecto? Nadie esperaba un matrimonio perfecto. Pero le habían concedido una segunda oportunidad. Y pensaba aprovecharla al máximo.
Se alegró en silencio cuando la máquina volvió a pitar y la mesa empezó a salir del túnel. Terminado. Por fin. Veinte minutos de infierno. Y no había tenido que atacar al técnico después de todo. Esbozó una sonrisa al pensarlo.
El técnico salió de la sala de control y soltó las correas que le inmovilizaban la cabeza y los hombros.
-No ha estado tan mal. ¿Cómo te sientes?
Cassandra se sentó y se frotó la larga cicatriz que tenía a un lado del cráneo.
-Como una sardina.
El técnico se echó a reír.
-Me lo dicen mucho. Vas a tener que quedarte un momento mientras comprobamos las imágenes y nos aseguramos de que tenemos todo lo que nos hace falta.
Asintió con la cabeza, ya que se conocía el procedimiento. Ya había pasado antes por eso y no sería la última vez.
Tras vestirse, se dirigió a la sala de espera, donde los televisores mostraban una imagen surrealista. Varias personas estaban reunidas alrededor de las tres pantallas, con la vista clavada en lo que parecía una zona de guerra. Había llamas y mucho humo, sirenas sonando y luces. El miedo le puso el vello de punta a medida que veía las imágenes.
La cámara hizo zum sobre los restos de un avión. En la parte inferior de la pantalla se podía ver un letrero con las palabras ÚLTIMA HORA.
«El accidente sucedió alrededor de las 10.45, UTC -4. El vuelo 157 procedente de Valencia y con destino a Caracas se estrelló justo después de despegar. Varios testigos afirman que vieron cómo el avión se convertía en una gigantesca bola de fuego a escasos metros de la pista. Varios agentes de la Agencia de Seguridad Aérea se encuentran en la zona y ya se ha abierto una investigación. Las primeras informaciones apuntan a que no hay supervivientes».
Cassandra se quedó sin aliento. Echó mano del bolso, cuya asa se le deslizó por el brazo, mientras buscaba como una posesa entre recibos y barritas de frutas la nota que Erick le había dejado. Los datos de su vuelo y del hotel donde se alojaría para asistir a la conferencia de Valencia.
-¿Cassandra? ¿Pasa algo?
No levantó la vista para comprobar quién le hablaba. Era incapaz de concentrarse. El bolso se le cayó del hombro y fue a parar a sus pies con un sonoro golpe. Se hincó de rodillas, rebuscando la nota de Erick como una loca entre el contenido. No era el mismo vuelo. No podía serlo. Seguramente estaría aterrizando en ese preciso momento. Se reiría de ella cuando le dijera que había vaciado el bolso en el suelo de la clínica.
-¿Cassandra? ¿Qué pasa? ¿Qué necesitas?
A duras penas, se dio cuenta de que Ana, la enfermera, la estaba ayudando. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Movió la cabeza.
-Una nota. La nota de Erick. Tengo que encontrarla. Tengo que...
-La encontraremos. Tranquila. Tú respira. Estoy segura de que todo va bien.
Inspiró hondo y soltó el aire muy despacio. Ana tenía razón. Estaba exagerando. Erick se encontraba bien. Parpadeó para librarse de las lágrimas, escudriñó el suelo y por fin vio la letra torcida de Erick en un trocito de papel, justo a la derecha de su mano. Le temblaban los dedos mientras se acercaba la nota lo suficiente para poder leer las palabras.
Isabella Acosta tuvo una vida muy trágica perdió a su madre muy joven, y su padre. Y ahora que estaba apunto de casarse, su futuro esposo tiene una aventura con su madrastra. ¿Cuanto podrá soportar Isabella? Cuando se entera de que su esposo solo quiere un heredero y esta dispuesto a pagar por ello.
Elisabeth Cortés es una gran presentadora, pero de cortés no tiene nada. Cuándo la impetuosidad de Paul Coleman, un gran escritor, inoportuna su vida. Elisabeth no da tregua al asunto, quiere saber todos sus secretos. ¿Estás dispuesto averiguarlo?
El pueblo cautiva con sus misterios una vez más, Michael Escotet paso su juventud en este lugar. Luego de 20 años de su partida, regresa para culminar su libro en busca de un poco de inspiración, pero en su deseó más profundo este lugar lo llamaba, para ser más preciso, la cueva oculta atrás de la cascada. ¿Podrá develar sus misterios? ¿Encontrará lo que sintió perdido?... Y sobre todo, ¿Encontrar el amor?
Cuando eran niños, Derek le salvó la vida a Norah. Años más tarde, Derek quedó en estado vegetativo tras un accidente automovilístico y Norah se casó con él sin pensarlo dos veces. Con sus conocimientos médicos, incluso lo curó. Durante dos años, Norah amó a su marido con todo su corazón, esperando poder devolverle su bondad. Pero cuando volvió su primer amor, él pidió el divorcio. Sin dudarlo, ella estuvo de acuerdo. Lo que pocas personas sabían es que ella, etiquetada como "abandonada", era en realidad una piloto de carreras, una famosa diseñadora, una genio hacker y una reconocida doctora. Lamentando su decisión, Derek le pidió perdón a Norah. De repente, apareció un encantador CEO, abrazó a Norah y le dijo: "¡Aléjate de mi esposa!". Sorprendida, Norah soltó: "¿Qué?".
Un exitoso CEO que llega desde el extranjero para descubrir los problemas de una de sus sucursales en Latinoamérica. Gracias a su amigo más fiel y gerente de la empresa, se infiltra como un empleado más para descubrir qué está fallando. Conoce a una de las empleadas, una madre sustituta que cuida a sus sobrinos y que, sin saber quién es realmente el nuevo señor gruñón, se enamora del pesado pasante. Mientras él se siente cada vez más atraído por ella, su jefe directo, también interesado en ella, se mete todo el tiempo en esa relación secreta. El CEO deberá lidiar con su identidad secreta, los problemas de la empresa y el creciente conflicto personal, todo mientras intenta ganarse el corazón de su compañera.
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"
Scarlett nunca pensó que su apacible vida sufriría en un día cambios tan grandes. ¡Su mejor amiga Megan era su hermanastra! Megan y su madre planeaban quitarle a Scarlett todo lo que tenía, incluyendo su riqueza, su estatus, su padre e incluso su novio. Le tendió una trampa a Scarlett para destruir su virtud. Pero, ¿por qué el hombre que yacía junto a Scarlett no era el que Megan encontró? Despiertos, los dos desconocidos empezaron a rastrear la identidad del otro. Pero la identidad de este hombre conmocionó a Scarlett. ¡Era el director ejecutivo más rico Ryke Méndez!
Un repentino giro del destino conectó a Helena con una persona prominente e influyente. A los ojos de los demás, parecía una tonta ingenua. En realidad, era una especialista de alto nivel, envuelta en capas de identidades ocultas. Charlie declaró: "Es bastante delicada y se hiere con facilidad. Si la traicionas, me traicionas a mí". Las familias de élite, vencidas por la destreza de Helena, le ocultaron estas verdades. Helena finalmente se liberó del control de Charlie, quien empezó a perseguirla en todo el mundo. Para él, ella era un pájaro de alas deslumbrantes, y su objetivo era ayudarla a alcanzar nuevas alturas.
Después de que Ellie recuperara su verdadera identidad, se encontró en un inesperado matrimonio con el Sr. Thorpe, un hombre lisiado que era despreciado por todos. Su exnovio infiel aguardaba su arrepentimiento, mientras los demás la miraban con sorna. Sin embargo, para Ellie, su aclamado bar no era más que un proyecto secundario. Su vasta colección de joyas parecía trivial. Los mejores diseñadores estaban a su disposición. Poseía autos de lujo, grandes mansiones e incluso islas privadas. Tenía el poder de ganar prestigiosos premios y vengarse de su infiel ex y de la amante descarada de este. No obstante, para los extraños, su vida parecía aburrida, ensombrecida por la discapacidad de su marido. Un día, el Sr. Thorpe se levantó de su silla de ruedas, incapaz de mantener la fachada por más tiempo. "Ya no puedo seguir fingiendo. Mi mujer es demasiado extraordinaria", declaró. Ellie, con las manos en la cintura y los dientes apretados, se enfrentó a él: "¿Y el divorcio que prometiste?". Tocándole suavemente el vientre ligeramente abultado, el Sr. Thorpe respondió en voz baja: "¡En tus sueños!".