ÑO A
NDR
en una de las mesas al centro del salón, completamente sola
elicales; era joven, veintiséis, veintisiete años a lo mucho; sus delicados y gruesos labios rosas se veían apetecibles. Pero lo que más había llamado mi atención había sido su
como el resto de ella. Sus largas y torneadas piernas estaban cruzadas, lo cual me regal
NG
contrar algo extraordinario en él, además claro, de que era exclusivo y obscename
bebía de mi copa de vino, trataba de prestar
samente una persona con ingresos limitados, tenía la herencia de mi madre, o mejor dicho los ahorros de toda su vida que al final no había podido disfrutar y ahora me pertenecían. También estaban mis dos sueldos, esos qu
ensaste que esto
mi subco
ue tengo uso de razón. Aunque, a decir verdad, en ese momento empezaba a sentirme estafada, todo lo que sucedía en ese lugar me parecía muy normal. Yo había lleg
de mí
ían pervertido
ub y las experiencias nuevas y excitantes que brindaba. Pero hasta ese momen
é con
me en los ravioli ricotta que tenía enfrente y disfrutar, ya
a hermosa rubia, como de unos treinta años, tenía sus ojos fijamente clavados en mí; estab
hombre que la acompañaba derrochaba virilidad, tanta que intimidaba. Entonces sí, e
la mujer, con una voz a
, quería salir corriendo. Me sentía como un cachorrito asustado. La mirad
ola? -inq
erd
que transpiraba me hacía querer huir, ahora sí estaba convencida que había cometido el peor error de mi vida al es
te resonó a mis espaldas, antes q
dita
res ahí tenían el mis
descarga eléctrica que recorrió todo mi cuerpo. Quería apartarme, pero me había
añadió el hombre a mi espalda. La pare
flejo mi fren
, ¿Quién chingados s
u paso un roce en mi piel que me erizó por completo; la corriente eléctrica del inicio se volvió fuego puro, p
a calma. No podía mostrar debilidad o inseguridad a na
ida, iban cubiertas por una barba incipiente que le daban un aspecto extremadamente sexy; sus labios eran rosados, carnosos y apetecibles y no ha
nferior y entorné los ojos, mientras continuaba con mi análisis de la anatomía de aquel hombre. Su cuerpo iba perfectamente enfunda
instó, corrie
y cruzando los brazos sobre mi pecho, mientras me de
o lado. Aquel gestó me pareció hipnotizante. Tenía toda la pinta de ser del tipo de hombres que consi
o lo que hice, imaginé que
.. Y yo que pensaba que
alguna unos pocos segu
menos de un extraño -Mi voz s
preguntó, pasando por
a? -respondí
silla, mientras acariciaba su mentón con el índice, estudiándo
versación para que se rela
irón
a su nombre. Pensé que habría una evasiva de su part
ó su nombre con orgullo, aco
ndr
entras archivaba su
vino a la boca, en un movimiento grácil y sensual
al mismo tiempo que una sonrisa arrogan
s con pesadez, como si todo aquel rollo me estuviera cansando. Aunque la verdad era todo lo contrario. Ni en mis mejores su
ganta antes de c
ia me resulta un tanto
l por qué
tuviera, usara este tipo de calificativos para
con el que Katerina y Antoine me habían bautizado e
ió el
versión se reflejó en su rostro-. Que nombre ta
-Sonreí
y segura que lo que menos interesa es presentarte con la persona con la que vas a tener sólo una sensión de sexo. Además, e
un acento francés casi perfecto. Mi sexo palpitó sin que pudiera evitarlo. Tragué saliva, pro
asiado inteligente para
voz fue firme, aunqu
er una ligera disminución en ese brillo que t
segundo me imaginé dejándome poseer por ese hombre, de la manera que mejor le pareciera; pero yo estaba en pañales si com
r con mis propios ojos las historias de Rita y Vienna, sin embargo, algo de