ile
mos en horarios y Antoine lo aprovechaba para hacernos ensayar hasta que las piernas dolieran. Pese a e
n embargo, pese a lo mucho que deseara ponerlas al tanto sobre mi situación actual con ese hombre y todo lo que había ocurrido la semana anterior, había hecho un trato con Colleman, que m
fundé en un conjunto deportivo y preparé mi maleta para dirigirme
car
recibir
e encaminé a la entrada. Mi gesto se descompuso cuando s
taba haciendo
nutos pasaban y sólo conseguía que los golpes se volvieran más insistentes y qu
er
chingados sabes dónde vivo? -Re
ignorando mi molestia; aunque
leman! ¡¿Qué estás h
asillo? -preguntó divertido -. Por mi no hay problema, no e
llo, frustrada. El hombre e
cía la sala a terminar de alistar mis cosas -. Además -Agregué -. Me parece que fui muy clara
rta de tras él, para después enca
er, hoy sólo vengo a prepararla p
los ojos entrecerrados ¿
go que ir Kendrick, no estoy para juegos. ¿Quieres coger? -Hice una pausa.
sujetándome del brazo y obligándome a encararlo. Sus ojo
ento me había excitado, al igual que había pasado la noche en el restaurante, o cuando me había sometido en la oficina. Me g
ofá y me dejó caer en él, de una manera poco delicada -. Quíta
mi frente apare
¿No tendríamos sexo, pero quería que
te digo. -
iera pasando por su retorcida mente, así que hice lo que pidió sin rechistar
ente orden. Para ese entonces me importaba un carajo el llegar tarde al ensayo; era el efecto Colleman,
uía siendo firme, pero ahora distinguía
para él. Él se ajustó a mi altura, haciendo que mi mente pervertida creara en segundos una película, donde Colleman me daba el mejor oral de la vida; pero eso sólo quedó ahí, en mi imaginación. Lo ú
reocuparme o
un objeto de silicona con una forma extraña, parecida a una pequeña pera alargada. Sabía
as que enviaba su tacto a mi centro, sólo me tensaban más -. Te aseguro que lo vas a disfrutar
nada. Sus palabras habían sid
ientras me familiarizaba con la sensación; no
a cara interna de cada uno de mis muslos
ente. ¿Qué? ¿
puesta, no, definitivamente no e
oca, pero el movimiento arrebatado sólo provocó que el objeto en mi interior rozara mis paredes, que a su vez estaban contraídas a causa
ensanchó ant
ailar. ¿Cómo se supone que vo
na. Recuerda, sólo queremos saber hasta dónd
una caricia de su pulgar sobr
vibrar anunciando u
a sea! ¡
ólo, pero si me obligaba a mantener los músculos contraídos y era ahí d
*
ho minutos de
ió Antoine, mientras golpeaba el reloj de su muñ
ue justo ese día no
nto. -Fue lo ú
ró, c
la batuta. -Esa era su forma de decir
ro o a un costado; sólo me interesaba bailar; Esa era mi única fo
ever! -gritó A
staba sumergida en un mar de sensaciones abrazadoras. Las agónicas alertas del orgasmo jugaban conmigo cada vez que intentaba relajar los músculos, pues
ervisaba atenta desde una mesa en el centro. Era un desastre, me movía descoordinada y no era cap
erizaba y apuntando con su cabeza, el escenario -. Haz estado lenta, torpe; tú
club (sobre todo en su club), y nosotras, como número principal, no teníamos derecho a fallar. Ya estaba esperando el "Para esto, mejor qué
el salón principal ya empezaba el movimiento de la banda, alistando los instrumentos, y
arlo todo el día". Sopesé la opción de retirar el objeto; pero, mierd
Me coloqué en mi lugar al extremo derecho, Vienna comenzó a moverse en los primeros acordes y el resto nos unimos unos poco
ojos. La adrenalina que comenzó a recorrer mi cuerpo, de un segundo a otro, era avasalladora; en un abrir y cerrar de ojos estaba siendo dominada por la excitación. Mordí mi labio para no gemir, aunque nadie me hubiese es
lable. Hinqué los dientes, con más fuerza, en mi labio, hasta que el sabor ferroso se esparció en mi boca. Me sentía en el li
mi sano juicio lo hubiera agradecido, pero había llegado al punto en el que
ducto de aquella sensación, entonces lo ví; el desgraciado estaba sentado en una de las mesas junto a la
ncé todas mis cosas dentro de la maleta, me cubrí con mi abrigo y salí de ahí. P
Milena -susurró en mi cuello
rajeron, haciendo notar, una vez más, aquel objeto en mi interi
rió la puerta trasera y me ins
a pierna
on esperar. Kendrick llevó su mano por debajo de mi abrigo y sonrió al notar que iba cubierta únicamente por el conjunto de vinipiel, del baile; se abrió paso entre l
iberó su pene, listo para darme lo que necesitaba, y se clavó en mí. Está vez me cedió un poco el control, lo monté como una desquiciada; la fricción de nuest