ado el refrán de "La c
que con el paso de los años estaba segura de haber comprendido su signi
urbios, salvajes y hermosos. Y que como el mismo mar en tiempos tempestuosos, a
sensualidad, aquel que con sus secretos nos arrastró a un mund
le. El aire se me había quedado atascado en los pulmones. Me esforcé por hacer a un lado los recuerdos y
facción por una sonrisa. Tras una ligera caricia al rostro del hombre que lo acompañaba, me puse de pie, con ese movimien
r el escalofrío que me había causado su presencia. Después de dos largos y tortuosos m
e y su delirante presencia, volvía a tener a Kendrick Colleman frente a mí. Era como una señal de la vida, que me estaba ofrecie