A AC
ndri
parcó en el estacionamiento de un establecimiento de aparienc
ado últimamente -respondió, encogiéndose de homb
fé
cidí seguirlo, aún con mis reservas. Me había dejado arrastrar, por el idiota de mi he
hada del lugar con grandes letras me
mejante nombre, ya me
do al terciopelo rojo y la iluminación era tenue. No estaba muy lejos de parecerse a u
a la barra, con tipos vestidos estilo Gangster atendiendo. Al fondo del salón estaba el escenario, con un número de contorsionismo y comedia desar
ntó Ulrik, haciéndome
Si tenía que soportar el
rick -dijo, como si de un
u
uficientemente cerca del escenario. Lo único que nos separaba del entarimado eran un par de mesas
as de lycra negra y tacones altos del mismo color; al igual que los hombres de la barra, llevaba una camisa blanca remangada hasta los codos, los botones abi
staba empezan
y yo, mi tan amado Macallan, lo
luyendo a mi hermano, podían catalogar aquello como arte. Tal vez estaba siendo muy imbécil, realmente nunca
terminaron su show. Tras un pequeño discurso, que ignoré completamente, presentó un número
tamente y unas figuras tomaban su lugar en el escenario. Poco después las luces doradas del escenario s
d y tacones de charol rojo, en la cabeza llevaban sombreros similares a los de las meseras,
dos rubias, dos pelinegras y la del centro era castaña. Me detuve un momento más en esta última, en sus
de sus dedos. Sus movimientos estaban perfectamente coordinados. Se giraron de perfil para continuar co
o, venir a encontrarla aquí par
atrapó como el primer día, era perfecta. Mi excitación no tard
nción y los movimientos de
't wa
e no
que seas
't wa
rk al
o trabajando
nt you,
uiero, a d
wanna make
e t
acerte el amor,
oh o
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oooh, hace
want t
your
que quiero es
t want
in
o tenerte
othing for
da que pue
e making l
e t
ciéndote el amor,
ooh
to
ooh, hacert
quedar sobre nuestra mesa. Con un contoneo rítmico de sus caderas se colocó en cuclillas, su atención estaba puesta en
rada cargadas de seducción. Giró el rostro y sus ojos avellana, llenos
sonrisa se centró nuevamente en mi hermano, acarició su rostro con las yemas de los dedos, se puso de pie y caminando sobre las mesas, regresó al escena
imbécil, con una erección monumental y la furia