e quedó grabada en su ment
enino y ni siquiera con los de su mismo sexo se había sentido tan intimidado, ni había experimentado esa
po antes de que ella actuara en su contra, ya que tenía en su poder su ropa interior, y hasta que no se la devolviera, no podría cobrar venganza o no tendrí
ecía más. Tal vez eran modelos únicos, de los que habían salido unas pocas réplicas que no se volverían a
vació en la angosta cama y algunas de las prendas se esparcieron por el suelo, así que tuvo que levantarlas de inmediat
de una tela suave y lisa, parecida a la seda, pero la mayoría ni siqui
te. Conocía perfectamente la etiqueta que les ponían, hasta a la prenda de ropa interior más pequeña que pudieran crear, y si
ero esas prendas que tenía entre sus manos, no pertenecían a ninguna de ellas. El mis
nigma sin resolver, sin duda le quitar
los lados y cerró los ojos, entonces una delicada fragancia femenina se coló por sus fosas nasales, haciéndolo inhalar profundo, hasta que y
mpezó a cerrarla despacio, escondiéndola entre su palma y apretándola fuerte
aba una y otra vez como si fuera adicto a ella; el olor no se
a hacían parecer un hada salida de un cuento; aunque su apodo fuera "cucarrón salvaje", él solo lo había inventado para fastidiarla. Su cabello castaño, casi negro, que en algunas ocasiones lo llevaba liso y otras veces lucía unas bonitas ondas, era, sin duda, uno
atearlas todas, hasta que se impregnó tanto el aroma, que aunque no las
lleno de paz y armonía, pero de repente, dos golpes en la puerta lo obligaron a despertar de su hipn
vido, ya puede bajar -lo lla
unto a todos los demás sentidos del hechizo que sufría su olfato, empezó a
e la comida se enfríe -añadió la mujer tras la pu
s porque le tenía mucho cariño, pero su función de ama de llaves, en la
. -Se levantó de la cama y miró
r toda la habitación, y había algunos tirados a unos cuan
egaron ha
ita, porque debió empezar a recoger t
sconder nuevamente la maleta en un lugar secreto, salió de
ndo del almuerzo, el cual estaba a punto de acabar; tan pronto lo vio llegar, hizo una mueca de asco, como si
ღ
seguía sin llenarse y no entendía por qué le habían servido tan poco, cuando se percató de que el plato que le llevó el ama de llaves a Jimmy, era casi el triple de lo que le habían servid
por favor? -le susurró a la mujer, quien entendió d
una porción más, en un instante en que Jimmy estaba revolvien
enes -le
cual fue correspondida por Ana con una sonrisa todavía más dulce
llevarse una cucharada a la boca, pero justo antes de que la com
n pequeña -afirmó, mirán
ar de tomates, por lo que, después de llevarse el bocado a la boca y dejar la cuchara en
Jimmy no se diera cuenta, no había servido en absoluto... A ese ch
e mandado el bocado de comida, haciendo que la sonrisa burlona que pos
ro continuó almorzando s
nque la porción en su plato era más pequeña, el pimpollo tenía un gra
o de jugo en no más de tres sorbos y tomar su plato para
es y el delantal para luego empezar a lavar él mismo su plato, mientras Ana limpia
nunca se lo habían permitido, por lo que le sorprendía que Jimmy
go tan dulce y tierno que las esquinas de su boca se curvaron hacia arriba, formando una sonrisa de admiración; y, es que ella nunca había vi
además de lavar su plato, se había quedado a ayudar a Ana a limpiar la es
ientos de generosidad y más si provenían
observándolo sin vergüenza, con su mentón descansando en el dorso de sus manos cruzadas, embelesada, como si acabara de ver un gran espectáculo en un escenario; y él allí de pie en la cocina, con la camisa arremang