La Fiesta del Jaz
mo
ayores exponentes, y hoy lo soy; los arreglos florales, los aromas que se esparcen como olas por estas callejuelas estrechas y laberínticas son mías, llevan la marca: "Arnaud", mi apellido, el cual gobierna el mundo del perfume. Sí, siento orgullo, pero
lado en el mundo de la perfumería. Llevamos tres meses de noviazgo, donde los encuentros físicos han sido escasos, las conversac
a donde un vino tinto resplandece-. Es de la última cosecha
s porqué; pensé qu
eliz, te siento desanimado y la noche está hermos
e pierdo en el movimiento lento de sus labios, su discurso de porqué deberíamos casarnos pronto se lo traga el ritmo de la música. Siento calor, las gotas de sudor se escurren por mi
, este
terrumpe ella acariciando el dorso de mi
ito tomar
za, la música está en su apogeo, la multitud se divierte, el aroma a jazmín es una constante en el ambiente. Tomo asiento en el borde de la fuente adornada por lucesillas
esulta extraño que resalte ante la avalancha de jazmines, por lo que miro alrededor. Justo al lado izquierdo, colocándose una corona de flores en su cabeza hay una mujer. No tardo en ponerme de pie e ir donde ella; el a
can con los míos-. Por las notas frutales del perfu
sponde ella-, quién sabe, tal
os aceptando las gotas contra su piel. Su semblante delata felicidad,
, ella vuelve su atención a
ller local y gratuito -se encoge de hombros-.
fumería en Grasse, par
cho de perfumes, ¿no? -dice
las luces se ven más pintorescas. Me siento alegre, curioso por la persona
me es una mezcla entre frutos rojos y algún cítrico, se perci
la idea, transmiti
, sus mejillas no han dejado de estar sonrojadas. Los dedos juegan con su cabello, a
eseos? -me acerco má
ez está siendo precipitado, pero es lo que mi cuerpo exige, aproxima
smo?, pues
por cuánto tiempo, pero disfruto la forma en la que su cuerpo reacciona cuando mis manos lo tocan. Acoplamos a la perfección, como notas de fondo del mejor perfume.
or, estoy en mi habitación de hotel. No recuerdo cómo llegué aquí. El dolor taladra mi cabeza. Pequeños fragmentos atormentan mis recuerdos, música, calor, jazmines, sonrojos, besos, mi cama, ganas, gemid
ine mostrándome en su anular iz
mo
spués de La Fi
a cerca de mi pecho, no tarda en tomarlo y succionar, sonrío a pesar de la sensación algo incómoda, lo supe desde el momento en que descubrí que estaba embarazada, que sería capaz de dar la vida por ella, de amarla con
-le susurro y comienzo a arrullarle esa canción
padre... El recuerdo de ese hombre viene a mi mente, sus ojos casi dorados, su sonrisa ancha, filosa. Mi piel se eriza, no me arrepiento, pero sin dudas él fue un error. Me dejé llevar, olvidé de mis miedos y fantasmas, quise sentir, pero todo
pues las contracciones comenzaron mientras trabajaba, me trasladaron al hospital público y no pude avisarle. Estará tan feliz de ver lo hermosa y s
gita mi brazo; me so
mi lado-. Dormí demasiado, ¿dó
sma enfermera-. La bebé está c
se la llevó? De
itársela pues la niña podría sufrir algún daño.
or, todo esto es demasiado absurdo mi abue
l vez tú puedas consegui
ento ir cada vez más rápido, tragándome los quejidos la sigo por los pasillos oscuros y silenciosos del
auto. No reconozco el modelo, pero se ve lujoso. De él sale una mujer, en la cu
lav
ace que caiga al suelo. Los dolores son tan agudos que aflojan m
quiero mi dinero -exige
dentro, tengo que dejar alg
e aquí, o estaremos pe
tengo que hacer. Entra,
o me doy cuenta de lo que está sucedie
! -exijo- ¡D
mond en ti, eres una lacra de lo más bajo que hay en est
bes?... ¿
ntento enfocarme en su rostro, pero está demasiado oscuro-. L
l, ella entra en el vehículo, el cual retrocede poco a poco como si disfrutaran verme de forma tan denigrante, como si fuera un gusano. De un momento a otro el auto se detiene, una
, cinco añ
mo
ados son tan caros que por más trabajos que tengo no logro sustentarnos. Si todo sale bien, este puesto de asistente en "Arnaud Arômes" será suficiente para mantenerla en el hospital, yo me alquilaría en un pequeño cuarto en la ciudad y
suspiro, me pongo de pie dispuesta a entrar a la oficina, pero el hombre que sale de esta hace que la acción quede a medias. Es alto, de piel blanca y cabellos negros como la noche,
reparando mi aspecto, yo asiento-. Su sol
dedos tiemblan al tomarlo, dete
evistado -balbuceo mientras cor
la puerta de su oficina-. No tiene estudios en el extranjero, ni se especializó en perfu
espalda se yerga al instante. La soberbia
o! No puede discriminarme por ello, o por no tener estudios galardona
de rechazarla, señorita. V
edo obligarlo a contratarme. La decepción vuelve a instalarse en mí. Doy media vu
que alguien se a
cabellos negros y ojos dorados m
tir fortificando su ag