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que tenía ahí. Tomó una agenda de color negro con unos grabados de una mariposa blanca y se dispuso a escribir en ella todo lo necesario para lograr que su estrategia funcionase. La primera parte del plan era disculparse con Derek y pedirle otra oportunidad. Debía buscar una escusa
res era a mentir y reconocer cuando alguien lo hace. Ella no solía hacerlo muy seguido, sabía que no era sano, pero esta ocasión lo ameritaba. Pondría su fría mente a trabajar a base de lograr su objetivo. Engañar al rubio no sería un problema. Se disculparía con él y le pediría que le diera la oportunidad de entrar a su proyecto. La segunda fase del plan era preparar material par
rquez, y por supuesto, no podía faltar Paulo Coelho con "Once minutos", esta última no era extremadamente romántica como las otras, pero era erótica y describía la sexualidad femenina y desgraci
o que se encontraría en las oficinas donde se desarrollaba el proyecto de "Luxury Voices", así que se dirigió hasta ahí. El campus era enorm
se dio cuenta de que la fachada antigua del edificio no tenía nada que ver con lo que había ante sus ojos. Era un espacio grande y con aire moderno. Estaba decorado en negro, gris y plateado, con algunos detalles en bla
nina con atisbos curiosos la
bía notado el escritorio a su izquierda,
quisiera ver a
a la apariencia de Chantal, hasta que se detuvo y en su cabello rizado recogido en u
a grande plateada -le sonrió con pretención-. Su
e la obvia crítica visual, y se a
terial plateado decl
voz cruda le per
l plan,
orma de vert... -sus palabras se le atoraron en la garganta
eraran que siguiera hablando. Chantal tragó en seco al darse cuenta de que, ese chico
Tenía las cejas anchas y pestañas largas. Algo en su rostro le era demasiado familiar con el de Derek, ¿lo apuesto?, quizás. Su cuerpo era atlético, se veía fuerte con los músculos bien trabajad
s a terminar lo que decías -su voz era gélida, tanto como su mirada
e sus mejillas se tornaban calientes. Bajó
atormentante-. Lo digo porque solo tropiezas con los demás y te vas sin pedir
un reproche interno hiz
me fijé por donde iba- fin
eso lo único que tienes que decir -sostuvo su mirada con sufic
", se preguntó a sí misma m
tú quien me ofende -en tono despectivo
n una mirada intimidante-. Sabe hacer algo más q
le pasa a e
oír! Abrió su boca furiosa y levantó el dedo índice para soltar toda la incomodidad que aquel desagradable le hac
vendría a mi encuentro -llegó espontáneo, como la
ndeseable mientras cruzaba las m
aron la boca de la rizada como un torbellino inaguantable. A l
digas que has estado molestando con tu
rio-. No es de mi interés lo que tengan que hablar. Nos vemos en casa, hermano- pasó por el la
a lo que acababa de oír, eso,
sacó de sus pensamientos-. Mi herma
de él, de ellos-. Vine porque quería disculparme y explic
se iluminó con un brillo de suficiencia-. El puesto sigue sie
poco tarde -dijo él tomando sus cosas-. Venga mañana después de almuerzo. Le mostraré su cubículo y le presentaré parte del equ
. Aquí estaré mañana y de verdad agradecería que me dejes de tr
ás cómoda -le sonrió con simpatía-. Hasta
respondió aliviada, en