an
ica de fondo. Una mirada de hielo se perdía en el abismo negro de otra. Fue un a
cuando Anne se acercó a la mes
, pero me bebí la mía en la barra. Es
l expresión, imaginaban a la r
vas-, bebió un largo sorbo- también tenemos derecho a disfrutar de l
poder aguantar otra copa. Aquello iba contra toda creencia de ella. Se imaginaba borracha y no podía dejar de pensar en su madre, no quería acabar como ella. Puso el trago en la mesa, los recuerdos que le llegaban eran más ama
nen a saludarte, "Chanty" -la rub
ago y Chantal, tras un largo susp
tos se dirigía a la rizada para darle una extravagante saludo.
l saludo-. Nunca pensé encontrarte en un lugar así -la estrechó entre sus brazos, a l
música estaba muy alta-. Ellas son Anne y Amber Brown, son mis mejores amigas y c
a hoy! -le dijo mientras la
ión gélida, de esas que hacen que te hiela el alma. Salió de aquel espacio y se dirigió a unas de
stá de buen humor hoy, para vari
ervaba como el idiota creído le sonreía a l
-, o Dixon no dejará nada para mí -volvió a guiñarle el ojo mien
Les echaba miradas fugaces ¿Cómo no hacerlo? Si desde que se marc
que ella no paraba de quejarse de lo ofrecidas que se veían sus acompañantes. Chantal se sentía una acosadora inconsciente. Miraba la escena, los cuatro hombres bebiendo, chicas cercas de ellos hablándoles coquetamente, otras bailando de modo sensual. No le parecía un delito, al menos
n le hablaba en el oído a una trigueña de cabellos lacio
nmigo", negó, no entendía por qué aqu
uido. De un tercer sorbo se terminó la copa. La cabeza le daba un poco de vueltas. Se había olvidado totalmente de toda su co
a bailar -expresó la rubia tomándola de
liz, mientras se dirigí
os. Se movía al ritmo de ella como lo hacían las hermanas. Sentía el calor subir por su cuerpo. Suda
ntras reía torpemente. Anne había ido a la barra a coquetear con el bartender
ar con ella sensualmente. Las manos de las chicas aún estaban sujetas por lo que ante tal acto, Chantal también cayó casi pegada al chico. Con un rápido
hico que, con una avaricia extrema, mantenía a las dos amigas encima de él como si fueran trofeo de guerra.
ron con Dixon, este besaba a una rubia en el cuello, mientras la trigueña lacia bailaba provocativa frente a él. De forma seductora, él apartó sus labios húmedos de la chica, su mirada fría se posó sobre
uerpo de la rizada. Se pegó más
n duda se encontraba en la gloria. Tomó a Amber con su mano libre y la beso, esta cedió.
l chico bajaba a los rojos labios de Chantal y luego a sus ojos con un rápido ritmo repetitivo. Debía admitir que aquel hombre se le hacía sensual y que el deseo conque la miraba la atraía un poco. Sus respiraciones se encontraron, él, con cuidado, se acercó al punto de c
su cabeza mientras corría con Amber hacia un espaci
Estaba mareada y no entendía como había
mal -dijo Amber con la mirada perdida. Sin duda
edor para ubicarse mientras le sujetaba la mano a la
ellas. Chantal estaba nerviosa, no sabía que hacer, le aterraba ver a su amiga así. Su mente vagaba en los penosos rec
ía dejar a su amiga sola ahí, y l
ía en el fondo. Tomarían un taxi y l
rcató de que alguien les seguía los pasos. Llegaron al estacionamiento. El lu
No crees que ya estás grande para esos juegos -sus palabras destilaban malic
ya nos íbamos -él avanzaba hacia ellas.
ambos-. No... quiero irme... Chant...Chanty -la miraba hacie
ere irse. Mi interés en ella, no en ti. Vete si quieres, pero
estado! -le habló decidida y sin reparo alguno. Él se acercó más
tó tomar la mano de Amber, pero la rizada se la apartó de un manotazo. Se puso enfrente
aquella rizada se había vuelto fiera para proteger a su amiga. La miraba intrigado y
pasando un poco -detuvo su act
de mí -repuso dive
Observó a Chantal que lo veía confundida y muy sorprendida-. James es mi primo -la miró a los ojos-, y ya se iba -dirigió sus palabras al chi
vertido-. Hasta la próxima, supongo -las miró a ambas-, puedes asegurar
do, el susto había pasado, pero la vergüenza la mataba, por el hecho de que Dixon e
amento -concluyó ya que la riz
hombro de la rizada-, te ooodiiaaa -dio dos pasos adelante para encarar a Dixon que la miraba divertido, mi
cara roja. Dixon reía, la ojiverde planeaba proseguir su discurso de
izar su cabeza. Dixon se echó hacia atrás, pero no fue lo suficientemente r
reocupada a penas podía sostenerla. Una oleada de cólera le envolvió el cuerpo. Con un movimiento rápido apartó a la rizada de la v
ico que atinó a decir cuando se vio fren
a a Amber en los asientos traseros del auto-. No pretendo dejar q
ario. Tomare
garganta-, solo sube al auto de una maldita vez -molesto
aba conduciendo, se había desabrochad
e invadieran la mente. Sus labios estaban apretados en una línea que cada rato lamía de forma inconsistente. En su c
abismos negros sobre su cuerpo. La miró por un segundo, haciendo q
e. Sentía su corazón acelerado y q
taba prendido. Su mente le figuró ideas poco sensatas para explicar aquello que la invadía. En ella