Lorey es una hermosa y brillante mujer de 32 años y quien creyó casarse con el amor de su vida. Sin embargo, aquel matrimonio solo se convirtió en su cárcel de discusiones, reclamos y decepciones por parte de su esposo. Cuando Lorey decide divorciarse y pasar una temporada en Italia, nunca imaginó que, recién, podría llegar a encontrar su verdadero amor, Vicenzo. Vicenzo (quien realmente se llamaba Leo) vive su propio tormento en su casa después de haber contraído matrimonio, hace 19 años, con Norka, una mujer que aceptó casarse con él por interés, pero quien mantiene una relación clandestina con uno de los mejores amigos de su esposo. ¿Cómo podría cruzarse las vidas de dos personas atormentadas como Lorey y Leo (por quienes consideraron al amor de sus vidas) en el momento exacto y en el lugar preciso? Descúbrelo en... Una semana para el amor...
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
* * * * * * * * * Lorey * * * * * * * * *
Me paro frente a mi espejo y termino de colocarme el par de pendientes que había elegido para esta ocasión especial.
-Tres años -susurro frente a mi espejo mientras me sonrío.
Hoy cumplía tres años de matrimonio con Jake. Tres años que, si bien no han sido de ensueño, los hemos sabido sobrellevar.
-¡Dios! -exclamo en un susurro al llevar ambas manos a mi cuello- La cadena; me falta la cadena -digo al darme cuenta de que aún no me la había puesto; así que me dirijo a mi armario y saco la caja que tenía el regalo que Jake me había dado durante nuestra luna de miel.
-Aquí estás -le hablo a la joya al sacarla de su empaque y, de manera inmediata, regreso al espejo para ponérmela como debería-. Veamos... -susurro al tiempo en que me la voy colocando-. ¿Cómo era esto? -me pregunto al tener dificultades para ponerle su seguro- Creo que.... -alargo- ¡ou! ¡sí! -exclamo sonriente-. Así era -menciono cuando he acabado.
-Bueno -suspiro-, ahora sí, Lorey -le hablo a mi reflejo-, ya estás lista -sentencio al repasar mi imagen en el espejo.
Me veía sumamente sexi con el vestido que había decidido comprar con la ayuda de mi amiga. Me gustaba cómo me quedaba la prenda; me gustaba el peinado, el maquillaje suave y, sobre todo, amaba los preciosos stilettos que había logrado encontrar, ya que parecían ser hechos, exclusivamente, para ser usados con el vestido que llevaba puesto.
-Fantástico -susurro para mí, verdaderamente asombrada por el resultado.
Sigo concentrada observándome hasta que el sonido de mi alarma me recuerda que ya eran las 7 de la noche y eso solo significaba una cosa: Jake ya estaba por llegar en cualquier momento. Así que, con el tiempo preciso, salgo de mi habitación y camino rumbo a la sala.
Al llegar a esta, voy de inmediato hacia la mesa, la cual había decorado con esmero para esta noche tan especial. Cuando llego a ella, lo primero que hago es tomar el encendedor que había sobre esta para encender las velas de centro; así como el resto de velas que decoraban toda nuestra sala.
Cuando termino con aquella tarea, tomo la cesta de pétalos de rosas rojas y rocío un poco más de ellas en el camino que conduce a las escaleras rumbo a nuestro segundo piso (lugar en el que se encontraba nuestro dormitorio.
Luego de ello, regreso el cesto a su lugar y tomo el control de nuestro equipo de sonido para encenderlo y empezar a reproducir nuestra canción de bodas:
Ya con todo listo, solo me dedico a esperar a que Jake llegue a casa pronto para empezar con nuestra celebración.
-Siete y veinte -murmuro al ver mi reloj de pulsera al tiempo en que sigo de pie frente a la puerta-. Ya debe estar por llegar -susurro al comenzar a caminar tranquilamente de un lado a otro.
Luego de unos minutos, vuelvo a ver mi reloj.
-Siete y cuarenta -siseo al ver que no había llegado; así que, instintivamente, camino hacia la ventana y muevo un poco la cortina para observar hacia afuera.
«Tal vez, hoy también se retrasó en el trabajo», pienso al exhalar pesadamente
«Pero... ¿Y si le ha pasado algo?», me pregunto en silencio un tanto preocupada.
-No, no, no -me respondo rápidamente-. No seas tonta, Lorey -me reprendo-. Tal vez, solo se ha quedado varado en el tráfico y su celular ha de estar sin batería -formulo-. Por eso no llega aún -señalo-; además, no es la primera vez que le pasa -determino algo desanimada al tiempo en que dejo de mirar por la ventana y, sin intención, dirijo mi mirada al teléfono de la sala.
-Pero..., tal vez, lo mejor sea llamar a Charles -sentencio; y, de inmediato, voy hacia aquel y marco al número de celular de su mejor amigo, pero no me contesta; así que decido intentar con el de su casa.
-Diga -me responde alguien y puedo reconocer su voz en un dos por tres.
-Valerie, buena noche -la saludo-. Soy yo; Lorey.
-¡Ah! ¡Hola, Lorey! -saluda animada-. Dime, ¿qué pasó? ¿estás bien?
-Sí, sí; yo estoy bien -le contesto tranquila.
-Que bueno escuchar eso -responde sincera-. Entonces dime en qué puedo ayudarte.
-Ah... Valerie, yo quería saber si Charles ya había llegado a casa.
-Sí, sí; él ya está aquí -contesta amablemente-. ¿Quieres hablar con él? ¿Te lo paso? -pregunta.
-No, no es necesario -respondo-. Lo que quería preguntarle es si él sabía algo de Jake -le preciso apenada-. Aún no ha llegado a casa y hoy teníamos algo importante que hacer-le comento.
-Haber, dame un momento, Lorey -me pide; y la línea se queda en silencio por unos largos segundos hasta que...
-¿Lorey? ¿Sigues así? -escucho repentinamente; y me doy cuenta de que ahora es Charles quien tomaba mi llamada.
-Sí, sí, aquí estoy -me apresuro en responder.
-Soy Charles...
-Sí, lo sé -lo interrumpo
-Sí, claro -lo escucho bufar-. Bueno, ¿qué pasó? -indaga agreste; y escucharlo usar aquel tono de voz me recordaba, una vez más, de que yo era una de las personas menos favoritas de aquel y hasta seguía sin entender por qué-. ¿Lorey?
-Sí, sí, aquí estoy...
-Lorey, estoy a punto de cenar con mi familia -informa un tanto molesto-. Dime qué quieres saber -añade impaciente.
-Sí, yo... lo lamento, Charles...
-Solo dime, Lorey -interrumpe con cansancio.
-Sí, sí, perdón -respondo rápidamente-. Yo quería preguntarte si sabías algo de Jake -articulo-. No sé..., si tal vez iba a demorar un poco hoy...
-¿Un poco? -repite aquel con cierto grado de diversión-. Pues te voy adelantando que hoy llegará muy tarde -precisa.
-¿Por qué? ¿Pasó algo malo en el trabajo? -interrogo preocupada.
-No, no, nada de eso -afirma.
-¿Entonces? -siseo sin ser consciente.
-Entonces..., sucede que Jake trabaja mucho, Lorey -menciona-. Deberías dejar de estarlo controlando -añade, de pronto, con cierta molestia.
-¿Qué? -siseo- No... no es por controlarlo, Charles -le explico.
-Es lo que estás haciendo, Lorey -replica-. Deja de hostigar a mi amigo -me pide-. Él solo...
-No, Charles -lo interrumpo-. Estás confundiendo las cosas. Yo solo quería saber si hoy llegaría tarde porque...
-El motivo es lo de menos, Lorey -rebate-. Deja de hostigar a Jake -manifiesta con voz firme otra vez- o se va a cansar...
-Charles, no -objeto rápidamente y un tanto preocupada-. Esa no fue mi intención...
-Yo ya te lo advertí -añade al interrumpirme nuevamente.
-No, Charles -me apresuro en responder-. No es así, yo...
-Adiós, Lorey -se despide; y después, solo oigo cómo (sin esperar respuesta alguna de mi parte) da por terminada la llamada, ya que puedo empezar a escuchar el pitido del teléfono. Al oír ello, solo me limito a cerrar mis ojos para después soltar una pesada respiración.
Discutir con Charles era lo mismo que discutir con Jake, ya que este siempre le decía todo lo que veía o decían de mí a mi esposo; además de pasarle sus propias quejas y, por alguna razón, Jake siempre terminaba por creerle a su amigo. Así que, si ahora Charles le decía algo sobre esta llamada, lo más probable era que Jake y yo tuviésemos otra discusión más que nos llevaría a dejar de hablarnos, por lo menos, una semana.
-Dios -murmuro de pronto al abrir mis ojos y alejar el teléfono de mi oído para colocarlo en su lugar correspondiente-. Solo espero que esta vez no se lo diga -deseo en voz alta.
-Bueno... -inhalo y exhalo lentamente-, creo que solo es cuestión de esperar -preciso; y decido ir a sentarme en el cómodo sofá de la sala para esperar al hombre del cual seguía enamorada.
Teníamos tropiezos; muchos tropiezos (demasiados en sí), pero, a pesar de ello, tenía que intentarlo. No podía tirar por la borda más de 15 años de relación.
-Solo una vez más -articulo al tiempo en que me voy acostando sobre el sofá para esperar a mi marido-. Solo una vez más -repito; y después, solo me dedico a escuchar la hermosa canción de Faith Hill que sonaba en mi estéreo: Like we never loved at all.
Merlí Fernand fue entregada a un burdel para pagar una millonaria deuda de su padre. Sin embargo, lo que nunca imaginó es que el más grande e imponente capo de la mafia europea la salvaría de aquel nefasto destino. Maximiliano Fisterra es u verdadero nombre, pero todos lo conocen como "Bayá", el hombre más frío y calculador que pudiera existir y el cual, después de haber sido abandonado en el altar por la mujer que quería, decide dejar de creer en el amor. No obstante, la incómoda y molesta condición que le pone su padre para heredar la mafia, lo lleva a buscar una esposa por contrato. Pero lo que nunca imaginó fue que aquella fuese una astuta y testaruda mujer; además de hermosa y dominante como él. ¿Qué pasará entre dos polos que se detestan a morir? ¿Será que con ellos sí se podrá decir que "del odio al amor, hay un solo paso"? Descúbrelo en la candente y apasionada historia de Merlí y... Maximiliano Fisterra.
Lenny era el hombre más rico de la capital. Estaba casado, pero su matrimonio no tenía amor. Accidentalmente tuvo una aventura de una noche con una extraña, por lo que decidió divorciarse de su esposa y buscar a la chica con la que se acostó. Juró casarse con ella. Meses después del divorcio, descubrió que su esposa estaba embarazada de siete meses. ¿La mujer lo engañó? Scarlet estaba buscando a su esposo, pero, por error, los dos pasaron una noche apasionada. Sin saber qué hacer, se escapó presa del pánico, pero luego descubrió que estaba embarazada. Justo cuando estaba lista para explicar lo que le había sucedido a su esposo, este le pidió el divorcio. ¿Descubriría Lenny que la extraña chica con la que se había acostado era en realidad su esposa? Más importante aún, ¿su matrimonio sin amor mejoraría o empeoraría?
Después de tres años de matrimonio sin amor, la traición de Neil hirió profundamente a Katelyn. Ella no perdió tiempo y rápidamente se deshizo de ese canalla. Tras el divorcio, se dedicó a su carrera profesional. Alcanzó la fama como diseñadora, doctora y hacker brillante, y se convirtió en un icono venerado. Neil, consciente de su grave error, intentó en vano reconquistarla, solo para presenciar su magnífica boda con otro. Mientras sus votos se retransmitían en la mayor valla publicitaria del mundo, Vincent deslizó un anillo en el dedo de Katelyn y declaró: "Katelyn es ahora mi esposa, un tesoro de valor incalculable. Que todos los que la codicien tengan cuidado".
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Charles tenía novias diferentes cada día del año, nunca salía con la misma chica. Su nombre había sido vinculado a innumerables mujeres. Autumn, por su parte, se vio obligada a casarse con Charles sustituyendo a su hermana, quien se había escapado. Su único deseo era divorciarse después de un año. Ninguno de los dos había esperado que se enamoraran el uno del otro. Tampoco esperaban que el mundo entero los desafiara. Una ex novia quien causa problemas cada dos por tres. Una hermana fugitiva quien regresa con la intención de recuperar a Charles. Una suegra que siempre se entromete en sus momentos íntimos. ¿Te gustaría leer más? ¡No dudes! ¡Vamos allá!
Amelia es una niña joven y pobre. Su madre se quitó la vida cuando todavía era una niña. Su madrastra es cruel con ella, pero aún, su novio fue robado por su hermana. Luego conoció a Lucian, rico y exitoso, y aceptó tener un matrimonio con él basándose en un contrato, solo con el propósito de olvidar a su despiadado novio. Para su sorpresa, Lucian realmente la amaba y era muy considerada. Ella también se enamoró de él y obtuvo el amor paternal del padre de Lucian.
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.